Offsider
·13. März 2025
Ojos que no ven, corazón que sí siente

Offsider
·13. März 2025
El fútbol es cruel e injusto con el Atlético de Madrid, una vez más. Bien podría resumirse así lo sucedido en el Metropolitano anoche, pero no sería justo hacerlo. En un deporte difícil de explicar y de entender, la justicia es una parte decisiva y, de ahí, que se deba de ejecutar con total claridad. Sin embargo, los impartidores de la rectitud, esos que están en el césped y esos que están frente a televisores, ayer volvieron a cambiar su rol de justicieros por el de protagonistas.
En la lotería de los penaltis, esa parte del juego a la que se le atribuye el puro azar, se vivió algo que no se había vivido nunca. Un toque imperceptible, milimétrico o eso dicen algunos. Una acción que pasadas varias horas se sigue sin ver con claridad, pero que se resolvió en menos de medio minuto. Bendita vista tienen los señores colegiados, capaces de ver y juzgar lo «imperceptible, milimétrico» en cuestión de segundos.
Para eso están o se supone que esa es su función. Pero qué vara de medir más habitual y reconocible ante cierto equipo que viste de blanco. Cuando parece imposible sorprenderse, cuando parece haberse visto ya todo lo habido y por haber, siempre hay un truco nuevo en el inventario blanco. Muchas casualidades que caen y suceden siempre a favor del mismo bando en un cuento de nunca acabar.
Y así, en ese pozo de soledad en el que se curan las penas, tienes que convivir con el mar de dudas que te invade. Sabiendo además que, por muchas vueltas que trates de darle al asunto, no servirá de nada. Porque unos volvieron a saborear el amargor de la derrota y otros volvieron a vivir la cara sonriente de la vida. Es su competición, eso nadie lo duda, pero también habría que plantearse el motivo de tal afinidad.
Quizá lo sea por decisiones como la tomada por Szymon Marciniak. El polaco fue capaz de arbitrar una acción de la que no se percató en directo y que tampoco revisó en un monitor (que llegó para «ayudar»), pese a la falta de claridad que evidencian las imágenes y que demanda la norma. Ojos que no ven, corazón que no siente debió pensar el colegiado.
Diferente sentir para el que va de rojiblanco. Ellos, al igual que Marciniak, tampoco vieron, aunque su corazón sí sintió. Hoy el colchonero amanece tocado, pero no hundido. Caer y levantarse es una obligación y el Atlético se ha dado hostias más grandes y se ha alzado con más fuerza. Volverá a hacerlo, de eso no hay duda.