1-0 (3-4): A la memoria de Javier Dorado (y de Juanito) | OneFootball

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La Galerna

·12 March 2025

1-0 (3-4): A la memoria de Javier Dorado (y de Juanito)

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El Real Madrid está en cuartos de final tras una eliminatoria agónica en la que ha vengado la memoria de Javier Dorado, que los nazis del Frente Atlético trataron de ultrajar en el minuto de silencio del Bernabéu. El Madrid jugó regular tirando a mal, pero aguantó con la resiliencia que le caracteriza y estuvo más certero en los penaltis.

Imposible empezar peor. No diremos aquello de que mucha gente aún no había ocupado su asiento en el estadio porque estaba petado desde mucho antes, pero se nos entiende. La primera jugada del partido, a los pocos segundos, por la derecha, desembocó en un centro canónico. Giuliano ejecutó un taconazo/pifia y el balón quedó muerto a los pies de Gallagher en la frontal, que inauguró el marcador. Desesperante la falta de concentración del Madrid en tantas y tantas lides al comienzo de los partidos, máxime en una cita de esta trascendencia. La ventaja en la eliminatoria se había perdido en el primer suspiro.


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El Madrid reaccionó bien dentro de lo que cabe. “Lo que cabe” es apretar al Atleti con un dominio paciente hasta que se haga un mínimo hueco en su tela de araña. Y eso es lo que hicieron los blancos:  dominar pacientemente, con la sabiduría de Modric y la solidez de Tchouaméni. Cargaban el juego por el lado de Vini, mientras Mbappé se veía con frecuencia rodeado por tres o cuantos contrarios, o seis, como llegamos a contar en alguna jugada.

Fruto de esa paciencia con buen toque, Vini se internó a trompicones por su lado. Centró literalmente desde el suelo. La mano de Giuliano fue cristalina, y con todos los ticks posibles: claramente voluntaria y separada del cuerpo. La conexión Gil Marín-Ceferin es tan clara que hasta rima.

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Los contragolpes del Atleti daban algo de miedo, dentro del sofocante dominio vikingo. Julián Álvarez obligó a Courtois a intervenir dos veces. El Atleti es así. No hace nada pero genera ocasiones de debajo de las piedras merced al talento de este jugador. Los del Cholo encontraban un chollo en el lado de Mendy. La posesión blanca, en cambio, se revelaba incapaz de crear ocasiones. Solo se concretaba en córners. Para colmo de la frustración, Jude y Vini se molestaron en un cabezazo en el segundo palo. Hay que hablarse en el campo.

Nada más iniciarse el segundo tiempo, volvió a tirar el cholismo… por medio de Julián Álvarez, claro. Despejó Courtois, acrecentando las malas sensaciones. Un comienzo tan malo como el de la primera mitad, pero al menos sin goles en contra.

Recuperó la posesión el Madrid, pero de manera tan baldía como antes. Rodrygo no lograba irse. Se veía que Simeone había tomado nota del destrozo que le hizo a Javi Galán. Asimismo, Mbappé, obligado a jugar de espaldas, permanecía anulado en un 99%, y Vini en un 60%. Peor aún que lo improductivo de nuestro ataque era la sensación de peligro del rival cada vez que se acercaba, en particular por el lado de Mendy, que tenía una noche toledana. Bellingham, entretanto, estaba missing. El Madrid era un ejercicio de impotencia ofensiva viviente.

El movimiento de Ancelotti fue, llegado el minuto 65, quitar a Modric (el mejor, pero con 39) y Tchouaméni, con tarjeta, y meter a Camavinga y Lucas, que pasó al lateral para que Fede se uniera al centro del campo. Un chutazo del uruguayo se antojaba una opción plausible de crear al fin algún peligro.

El peligro, sin embargo, llegó de otro modo. Un contragolpe sensacional, con intervención de Camavinga, Bellingham y Mbappé, concluyó en un regate prodigioso del francés. Lenglet le hizo penalti. Vinícius lo tiró a las nubes.

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El Madrid no se vino abajo con la contrariedad. Parecían haberle sentado bien los cambios y Bellingham mejoró un poco. Carlo metió a Brahim en lugar de Vinícius. No obstante, las dificultades para penetrar en la nutrida red defensiva local, perfectamente organizada, persistía.

Brahim animó el panorama con algún virtuosismo dentro del área.

A falta de dos minutos para el final, el Cholo hizo su jugada favorita: Correa y Sorloth por Griezmann y Giuliano. Casi le sale bien prácticamente de inmediato, con un gran control de Julián que mandó el balón por encima del larguero. El caserísimo árbitro polaco alargó cuatro minutos. ¿Suficiente para el gol en el minuto 93? No parecía, por cómo estaba el panorama.

No, no fue suficiente. Lo normal es que no lo sea. El colegiado pitó el final y nos fuimos a la prórroga, solo que con sensaciones muy distintas a las de Lisboa.

La prórroga empezó con las mismas tornas: insistencia roma del Madrid y peligro creado por el Atleti al contragolpe. Correa la bajó del cielo y se internó con peligro, pero Rüdiger realizó un cruce providencial.

En el minuto 98, una gran combinación en el área entre Valverde y Brahim acabó con un disparo con poco ángulo del uruguayo que se paseó por la línea. Por desgracia nadie pudo remacharla.

Ocurrían pocas cosas, salvo calambres a cascoporro, en el campo y en los hogares madrileños. El Madrid acrecentaba discretamente su nivel de juego, con un Vini que no acusaba su catastrófica ejecución del penalti y seguía al menos intentándolo. Y en esos intentos se llegó al descanso de la prórroga. No podíamos más, pero teníamos que escribir esta puta crónica.

Brahim y Camavinga habían brindado profundidad y energía. La prórroga era del Madrid. Ancelotti sustituyó a Vini por Endrick, no se sabe si pensando en los penaltis, donde evidentemente se habría entendido que no lanzara. Todo indicaba que nos encaminábamos a los lanzamientos de penalti. Y así fue.

Mbappé: gol.

Sorloth: gol.

Bellingham: gol.

Julián: gol. Anulado por darle con el otro pie. O sea, no gol.

Valverde: gol.

Correa: gol.

Lucas: para Oblak.

Llorente: al larguero.

Rüdiger: gol.

El Madrid es indestructible. El Atleti no, pero algunos en su afición cantan muy bien, sobre todo cuando no deben.

Que lo gocen.

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