La pieza que sorpresivamente se volvió indispensable en el Real Madrid de Ancelotti | OneFootball

Todo parecía controlado en el feudo blanco: 3-0 a favor, seguridad defensiva y dominio absoluto frente a un Celta apagado. Pero el cambio que se produjo en el minuto 66 hizo arquear más de una ceja.

La grada no daba crédito cuando vio el dorsal 35 en la tabla de cambios. ¿Por qué sustituir a uno de los más sólidos de la retaguardia si no había riesgo de sanción? La respuesta no se conoció hasta después.

Durante dos días, Asencio apenas había probado bocado. Entre vómitos y noches en vela, arrastraba una condición que lo habría apartado a cualquiera del partido. Cualquiera menos él.

Consciente del agujero defensivo por las múltiples ausencias, habló con Ancelotti: “Mientras tenga fuerzas, aguanto en el campo”. Cumplió hasta que el cuerpo dijo basta.

Su salida, con gesto pálido y mirada vacía, fue el punto de inflexión. Sin él, la zaga se resquebrajó: primero un gol tras un córner dudoso, luego el empuje de Aspas. El Madrid, de la calma al susto… en solo minutos.