Parceros, Aguerre hará historia en el DIM como Bobadilla | OneFootball

Parce, pillate esta vuelta: cuando hablamos de hacer historia en el DIM, no estamos tirando humo. Hoy te voy a hablar de un man que no vino a pasar desapercibido. No, no, no… este man viene con hambre de gloria, con ganas de tatuar su nombre en la memoria de la Rexixtencia. Ese es Washington Aguerre, el guardián del arco rojo, el que ya empieza a sonar como el sucesor espiritual de un ídolo: Aldo Bobadilla.

¿Te acordás de Bobadilla, cierto? Ese loco paraguayo que parecía tener manos de cemento armado, que volaba como si tuviera alas y que cada vez que se paraba bajo los tres palos nos transmitía pura seguridad. Pues bien, Aguerre tiene ese mismo fuego en la mirada, esa misma actitud de “por aquí no pasa nadie, papá”. Desde que pisó el Atanasio, el man se metió a la hinchada al bolsillo con pura jerarquía.

El estilo de Aguerre no es solo atajar pelotas: es mandar en el área como si fuera el dueño del barrio, hablarle a los defensas como un general, gritar cuando hay que gritar, animar cuando hay que animar. Eso, parce, no se enseña. Eso se trae en la sangre. Y el uruguayo lo tiene clarito: sabe que este equipo no es cualquier camiseta, sabe que defender al DIM es defender una causa, una pasión, una historia.

Y ojo, que esto no es solo corazón, también hay números y talento. El hombre viene con experiencia, con partidos en ligas duras, con el lomo curtido de batallas. No se achica, no se arruga, no se esconde. Es de esos que en los partidos bravos se agrandan. Tal como lo hacía Aldo en esas noches mágicas donde parecía que se multiplicaba bajo los palos.

Lo más brutal es que Aguerre entiende el peso de este escudo. Ha dicho que vino a dejar huella, que quiere títulos, que quiere ser parte del relato grande del club. Eso no lo dice cualquiera, eso lo dice un man que vino a ser leyenda. Y vos sabés cómo somos acá: al que la pelea con honestidad y con huevos, lo arropamos con cariño eterno.

Ya se empieza a sentir esa conexión bacana con la gente. Los niños piden la camiseta de Aguerre, los viejos lo comparan con los grandes, y los parceros en la tribuna corean su nombre con esperanza. Porque sí, parce, hay aroma de ídolo en el ambiente, y eso no se compra, eso se gana con sudor y atajadas imposibles.

Así como Bobadilla nos regaló noches imborrables, tapadas que parecían milagros y un título que aún celebramos, este nuevo león del arco está haciendo lo mismo. Ya lo vimos en estas fechas: reflejos, carácter, liderazgo. El combo lo tiene completo. Y en un equipo como el Medellín, eso se vuelve leyenda rapidito.

Entonces pilas, parceros. Guarden este nombre: Washington Aguerre. Porque en unos años, cuando hablen de los ídolos del arco poderoso, van a decir: “ese man fue como Bobadilla, pero con su propio sello, con su propia película”. Y vos vas a poder decir que lo viste todo desde el principio. ¡Vamos Aguerre, vamos DIM, que la historia la estamos escribiendo a mano limpia!

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