Afición Deportiva
·20 de noviembre de 2024
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·20 de noviembre de 2024
Las últimas temporadas de la carrera de Nadal han estado marcadas por las lesiones, el sufrimiento y algunas píldoras de ilusión
Dolor y desesperación. Dos palabras que evidencian a la perfección los últimos años de Rafa Nadal en el circuito profesional. Sentimientos que nada tienen que ver con su desempeño sobre la pista, sino con el poco tiempo que su físico le ha permitido pasar sobre ella. Quizás lo más desafortunado y torturador es que, cuando el carrusel de infortunios y obstáculos arrancó, el balear venía de cuajar uno de los mejores inicios de temporada de su vida. Es decir, el nivel estaba y está ahí, pero su cuerpo dijo basta y, aunque su cabeza se negaba a aceptarlo, no le quedó otro remedio que hacerlo. Ley de vida.
El 2022, último año más o menos completo que podemos considerar en la trayectoria de Nadal, supuso el principio del fin. Y eso que a priori ni se vislumbraba, pues comenzó por todo lo alto. Acudió a un ATP 250 en Melbourne para probarse antes del Open de Australia, pues ya en 2021 no pudo finalizar la temporada debido a las constantes molestias. Cierto es que a aquel torneo no se presentaron jugadores de top mundial, pero levantó el título sin demasiados problemas. La gran cita le esperaba, la oportunidad de convertirse en el primero en conseguir más de 20 grand slams, pues Djokovic, fiel a sus valores de no ponerse la vacuna, se tuvo que quedar en su casa.
El nivel de Rafa sorprendió a propios y extraños, nadie esperaba verle tan fino a esas alturas de temporada. Tras una primera semana impecable, un golpe de calor estuvo apunto de dejarlo fuera en los cuartos de final. Sin embargo, fue capaz de mantenerse en pie y aprovechar los errores del inexperimentado Shapovalov. Aquella victoria se definió como una heroicidad, algo épico e inexplicable. Días más tarde, en la final, dejaría sin adjetivos a expertos y entendidos de la materia. Dos sets abajo y sintiéndose muy inferior a Medvedev, se reinventó para levantar el resultado adverso y ganar su segundo Open de Australia tras una batalla de 5 horas y media. Alex Corretja, exjugador y comentarista con miles de experiencias a su espalda, lloraba de la emoción en cabina. Una imagen viral que explica a la perfección lo que Rafa es capaz de generar.
Su cuerpo fue, una vez más, el primero en frenarle en aquel 2022. Ganó en Acapulco y, camino de hacerlo en Indian Wells, unas molestias en la zona del pecho y el abdominal le privaron de competir con garantías en la final ante Fritz. El infortunio le dejó fuera de Barcelona y Montecarlo, dos de sus torneos fetiche. En su regreso, tampoco lo iba a tener fácil. Derrota en cuartos de Madrid y en segunda de Roma sin apenas poder moverse del dolor en su pie izquierdo. Su presencia en Roland Garros era todo un misterio y las opciones que se le daban eran mínimas. Pero, de nuevo, demostró que su relación con el torneo parisino transciende lo humano.
Fuente: Photo by Clive Brunskill/Getty Images
Jugando infiltrado cada uno de los partidos y, tras cargarse a Djokovic en cuartos de final, se alzó con su decimocuarta Copa de los Mosqueteros. Sería la última que levantaría, pero quizás una de las más emotivas. La forma en la que derroca al serbio, con un tenis directo y agresivo, la lesión de Zverev en las `semis´, los cinco sets con Auger-Aliassime en octavos...todo parecía tener un significado. El sufrimiento, el sudor e incluso las lágrimas de dolor fuera de la pista iban a tener su reconocimiento: una absoluta oda al tenis en la final.
Cambió de tratamiento y dio sus resultados. Acudió a Wimbledon y, cuando mejor se sentía, se rompió el abdominal. Una vez más, a la heroica, pudo con Fritz pese al dolor, pero no pudo comparecer en semifinales. Otro largo parón hasta el US Open que le minaba la moral, las ganas de seguir jugando. Allí, en Nueva York, tenía más la cabeza en el nacimiento de su hijo que en la competición. Y, dicho factor, se reflejó a la perfección en su derrota con Tiafoe. Después de ello, disputaría París-Bercy y la Copa de Maestros, aunque su mente ya estuviese en la siguiente temporada.
23 enfrentamientos, los que podría llevar en marzo en una temporada normal, son los que ha disputado Nadal en sus dos últimas temporadas. La primera, las más desesperanzadora, finalizó el 20 de enero. Una lesión, frente a McDonald, en la segunda ronda del Open de Australia, escribió las primera líneas del último capítulo de su vida deportiva. Luchó como nadie fuera de las pistas para llegar a tiempo a la gira de tierra batida, pero, tras ir bajándose de cada torneo a última hora, optó por parar. La situación le estaba dejando KO mentalmente y prefirió tomarse un tiempo hasta 2024, de la que ya avisó que, seguramente, fuese su última temporada.
Todo dependería de sus situaciones, de como se encontrara y de que el físico le respetara. Desafortunadamente, desde el primer día todo ha ido contracorriente. En su tercer partido, ante Thompson en Brisbane, sufrió un microdesgarro que cambió sus planes por completo. Aun así, su ilusión de disputar la gira de tierra batida y los torneos que más le marcaron se mantuvo intacta. A Montecarlo no llegó, en Barcelona apenas pudo dar la cara, y a Madrid viajó para poder despedirse de su gente. Y, teniendo en cuenta las condiciones, llegó a los octavos de final. Su mayor problema, al no tener ranking, eran los cuadros, pues tratar de coger ritmo cuando te tocan cabezas de serie a las primeras de cambio es sumamente complicado.
Fuente: Photo by Matt McNulty/Getty Images for ITF
Quizás eso haya tenido también mucho que ver en esta recta final. Zverev en primera ronda de Roland Garros y Djokovic en segunda de los Juegos Olímpicos fue una cuesta demasiado empinada para arrancar. Por el medio disfrutaría de su última final ATP en Bastad, donde Borges le privó de esa recompensa final. Ahora, en Málaga, veremos con qué papel y relevancia, tratará de colgar la raqueta por todo lo alto, consiguiendo su sexta Copa Davis. Málaga se paralizará durante esta semana para despedirle, para levantar el pañuelo blanco al mejor deportista español de la historia.
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