Superlider
·24 de marzo de 2024
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Hoy, 24 de marzo de 2024, marca el vigésimo octavo aniversario de un evento que quedó grabado en la memoria de los aficionados del fútbol en Monterrey: el descenso de los Tigres de la UANL a la Segunda División Mexicana. Este acontecimiento, ocurrido en 1996, representa el único descenso en la historia del equipo felino, un golpe doloroso para sus seguidores que aún resuena en el imaginario colectivo de la afición.
El partido que selló el destino de los Tigres fue el infame «Clásico del Descenso» disputado en el Estadio Universitario. En aquel encuentro, los Tigres se adelantaron en el marcador con un gol de Omar Arellano en la primera mitad, despertando la esperanza en sus seguidores. Sin embargo, el Monterrey, eterno rival de los felinos, logró remontar el marcador con goles de Luis Miguel Salvador y Sergio «Pibe» Verdirame, figuras emblemáticas del Club de Fútbol Monterrey. Este resultado condenó a los Tigres al descenso, sumiendo al equipo de la máxima categoría.
La pregunta sobre si el Monterrey fue el principal causante del descenso de los Tigres ha sido motivo de debate entre los aficionados. Algunos sostienen que el triunfo del Monterrey influyó de manera determinante en la situación de los Tigres, mientras que otros argumentan que el resultado no es importante debido a la victoria del Monarcas Morelia, los cuales jugaron un papel crucial y consumaron en su descenso. Sin embargo, independientemente de las opiniones divergentes, es innegable que el 24 de marzo de 1996 marcó un hito histórico en el fútbol regiomontano.
Tras su descenso, los Tigres enfrentaron una temporada en la Segunda División, luchando por regresar al máximo circuito. A pesar de las dificultades, el equipo logró mantenerse unido y comprometido con su objetivo. En la temporada 1997-1998, los Tigres consiguieron su retorno a la Primera División Mexicana, donde han permanecido desde entonces, consolidándose como uno de los equipos más destacados del país.
El descenso de los Tigres de la UANL en 1996 marcó un momento trascendental en la historia del fútbol regiomontano. Aunque doloroso, este episodio fortaleció el vínculo entre el equipo y su afición, demostrando que juntos podían superar cualquier adversidad. Hoy, 28 años después, los Tigres continúan siendo un símbolo de orgullo para la ciudad de Monterrey, recordando siempre aquellos momentos difíciles que los hicieron más fuertes como equipo y como comunidad.