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REVISTA PANENKA

·6 de septiembre de 2024

Alex Král, el rey de los bohemios

Imagen del artículo:Alex Král, el rey de los bohemios

Si millones de lectores quedaron atrapados con el personaje de Aragorn, como recordaran: “hijo de Arathorn, heredero de Isildur”, introducido por J. R. R. Tolkien como un simple “montaraz”, algo parecido nos está sucediendo a los seguidores del RCD Espanyol de Barcelona, meravellosa minoria en comparación con los fans de The Lord of the Rings, claro está, con Alex Král. Entre los más despistados, los que nos sentimos cual náufrago en un mar de hiperinformación futbolística —me incluyo— solo vimos en él a un tipo simpático y espigado, con un aire atemporal, anacrónico, de otra época, que por su aspecto perfectamente podría haber militado, si no fuera porque nació en 1998, en la Checoslovaquia soviética, la que ganó la Eurocopa de 1976 en Yugoslavia frente a la República Federal Alemana, junto al héroe de la final, leyenda viva y emblema de esta revista, Antonín Panenka.

En la pretemporada, más de uno lo confundió de lejos, cuando el plano de la cámara se alejaba, comentaristas incluidos, con Carlos Romero, del cual evitaremos prendarnos futbolísticamente hablando, como si de un amor de verano se tratara. Pero que no nos engañe el semblante impasible y el aspecto desaliñado de Král, pues el que siga sus redes o haya visto los documentales magistralmente filmados sobre su figura, como los que protagonizó Braithwaite (antes de bajar a segunda, marcar 22 goles y de Evasión o Victoria I y II) o los de Netflix sobre Georgina y Cris, sabrá que como todo deportista de elite el checo se ha rodeado de toda clase de lujos y excentricidades entre los rascacielos de Moscú y Dubái y las playas paradisiacas de la Polinesia, por señalar algunos destinos que ha recorrido con su pareja de toda la vida. Vaya, no deberíamos alarmarnos ante la que es la aspiración vital de miles de jóvenes y no tan jóvenes de nuestra sociedad.


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Con sus gestos técnicos y su posicionamiento ha demostrado en cuatro jornadas su alto linaje futbolístico a una afición aún dolida por la caída del ‘darderismo’

Pero volvamos a lo futbolístico, como se suele decir. Y la verdad es que poco sabíamos sobre un futbolista que se formó en el FK Teplice, con el debutó en 2017, de donde salió por 12 millones hacia el Slavia de Praga, pasando por grandes clubes como Spartak de Moscú, West Ham, Schalke o Union de Berlin. Un Král que, como buen bohemio, tanto por su origen geográfico como en el sentido decimonónico del término, ha vagado, errante, como el Trancos tolkiniano, por las grandes ligas europeas con el cartel de talento emergente, sin acabar de encontrar un sitio en ninguno de los equipos en los que ha recalado pese a dejar destellos de calidad, como el gol que marcó contra el Madrid y significaba el empate a dos ante los blancos la temporada pasada.

Fue La Grada Ràdio, por citar un medio que cubre la actualidad perica, quien habló de su fichaje como ‘incógnita’ después de que Matteo Moretto filtrara su posible llegada. Pero sería el periodista Àlex de Llano, atento, como de costumbre, quien twitteó que en la lengua eslava occidental que se habla mayoritariamente en la República Checa y, añado, en la vecina Eslovaquia, actualmente también bajo el mismo régimen democrático, lugar donde nació el dorsal número ’20’ del Espanyol, Král significa ‘rey’. He aquí la cuestión, ¿quién nos dice que Král no creció escuchando relatos asociados a la grandeza y a la alcurnia de su apellido en algún lugar cercano a la catedral gótica de Santa Isabel o, bueno, por qué no, en el humilde extrarradio de su Košice natal, ciudad eslovaca pegada a la frontera con Hungría con más de 250.000 habitantes, y pensó que algún día se convertiría en monarca?

¿Y si este misterioso futbolista, con un toque random, con nacionalidad checa, convertido, según apuntaba @RCDEstats, en el tercero eslovaco de nacimiento en vestir la blanquiazul junto a Branko Kubala y a Vlad Weiss, a quien perdimos la pista hace tiempo y aún juega en el Slovan Bratislava, no está aquí de paso como sus compatriotas?

La realidad es que, con permiso de los monárquicos checos que siguen marchando por Praga cada cierto tiempo reclamando la restauración del Reino de Bohemio, Král, rey ‘sin tierra’, recién llegado a Barcelona, ha sido unánimemente coronado por un pueblo, el españolista, que lleva reclamando soberanos que ocupen y rijan un trono vacante que nadie ha reclamado. Con sus gestos técnicos y su posicionamiento ha demostrado en cuatro jornadas su alto linaje futbolístico a una afición aún dolida por la caída del Darderismo y por la marcha, especialmente por las formas, del profeta mallorquín a su isla.

El socio del Espanyol ha entendido que Král podría estar predestinado a liderar en el terreno de juego, simplemente porque hace lo que se le presupone a un futbolista; piensa, levanta la cabeza y escoge la mejor opción

El socio y el simpatizante ha entendido que este Král podría estar predestinado a liderar en el terreno de juego, simplemente porque hace lo que se le presupone a un jugador de fútbol profesional; piensa, levanta la cabeza y escoge la mejor opción; congela el tiempo o lo acelera con sus conducciones; y no se esconde, se ofrece. Lo hemos visto, incluso, coger galones muy pronto (al igual que Kumbulla, otro romance pasajero como Romero) exigiéndole, ostensiblemente enojado, a Puado, por ejemplo, uno de los capitanes, que no le diera el balón al espacio tras un desmarque al borde del área. En ese momento, al bueno de Javi, como al Boromir de Peter Jackson, solo le faltó entonar aquello de: “Gondor no tiene rey”, mientras mantenía la mirada clavada en el verde, sin corresponder y alagar la visión de juego de su nuevo compañero.

Cuestión de tiempo, quiero creer. En cualquier caso, nadie sabe qué sucederá con esta plantilla low cost tras un mercado marcado por la economía de guerra liderada por Garagarza. Ahora bien, como soñadores y seres irracionales que somos, som de l’Espanyol, obviamente, nos aferraremos a la posibilidad de que Král cierre una gran temporada junto a los ocho cedidos que, sirva Veliz de ejemplo, se rompen el tabique nasal y siguen jugando, como si nada, que Manolo sea el entrenador durante mucho tiempo y que la propiedad absentista decida ejercer la opción de compra desde la Conchinchina sobre el internacional checo que, según apuntaban, rondaría los tres millones de euros. Sea como sea, necesitamos a gente con mentalidad ganadora, ya vengan de realengo de cuna o con ideales libertarios y anarquistas, como los del canario José Padrón Martín, el estibador de la Compañía Escandinava que, como rememoraba el historiador David Tolo, protagonizó los mejores años del club junto a Zamora o el mítico Bosch, entre otros, conquistando la Copa del rey de 1929. Llámenme loco, pero por qué no ambicionar que Král, rey bohemio del fútbol actual, algún día levantará la Copa con este Espanyol que no puede seguir dando la espalda a su historia.


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Fotografía extraída de las redes sociales del RCD Espanyol.

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