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·12 de febrero de 2025

Análisis Post: El Real Madrid conquistó el Etihad

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Los muchachos de Ancelotti llevaron a cabo el mejor partido de la temporada y completaron una remontada ‘made in Real Madrid’ ante el Manchester City

Manchester City y Real Madrid volvían a verse las caras apenas unos meses más tarde para luchar por una plaza en los octavos de final de la Champions League. A pesar de arrancar la temporada como grandes favoritos de la competición, ninguno de ellos había estado a la altura en la fase inicial y, por ello, debían aferrarse a los playoffs para seguir vivos en Liga de Campeones.


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Ambos equipos tenían claro el objetivo: sacar un buen resultado en la ida sin perder de vista que la eliminatoria dura, como mínimo, 180 minutos. Ninguno quiso jugar a tumba abierta y, sin embargo, pudimos disfrutar de un auténtico partidazo lleno de goles y ocasiones para los dos lados.

Alineaciones Manchester City – Real Madrid

Comenzando por el conjunto local, Guardiola optó por su vieja guardia que tantas y tantas alegrías le ha dado y decidió reservar para la segunda mitad a todos sus fichajes del mercado invernal. Así pues, el técnico catalán alineó a Ederson bajo palos; línea de cuatro para Akanji en el lateral diestro, Rubén Días y Aké como pareja de centrales, y Gvardiol en el carril zurdo; Stones ejerció de pivote defensivo y, por delante del inglés, Grealish, Bernardo Silva, De Bruyne y Savinho formaron una línea de cuatro en la medular; finalmente, Erling Haaland fue la referencia ofensiva.

En clave citizen, Gvardiol asumió un rol muy protagonista porque, además de ser el lateral izquierdo, ejercía como interior cuando el balón estaba en poder de los suyos. De esta manera, Pep lograba sumar un efectivo más a la sala de máquinas e intentaba crear superioridad y hacerse con el dominio del centro del campo.

Por su parte, Ancelotti, como él mismo reconoció en la previa del encuentro, tenía muy claro cuál era su once desde que se confirmó la lesión de Lucas. Courtois en meta; Valverde retrasó su posición hasta el lateral derecho, Tchouaméni y Asencio en el eje de la zaga, y Mendy fue el lateral izquierdo; Ceballos y Camavinga cogieron la batuta de la sala de máquinas con un Bellingham algo más liberado en la media punta; y, finalmente, Rodrygo, Mbappé y Vinicius formaron, como siempre, el tridente de ataque.

El City calentó el partido en la previa

Dejando a un lado la táctica y los sistemas de juego propuestos por los dos mejores entrenadores del mundo, focalicémonos en lo que nos atañe.

Este «clásico» Europeo comenzó mucho antes de que el colegiado hiciera sonar su silbato a las 21 horas peninsulares del martes. El Manchester City, siguiendo el ejemplo del Atlético de Madrid en el derbi, optó por calentar el encuentro para intentar desestabilizar al conjunto blanco, en especial a Vinicius Júnior. La afición británica desplegó una gigantesca pancarta, aprobada evidentemente por el club y por la UEFA, en la que podía verse a Rodri Hernández besando el Balón de Oro y a su lado un mensaje muy claro: «Deja de llorar tanto».

La provocación al verdadero merecedor de este galardón podría haber quedado ahí, pero el City quiso ir más allá y subió un post a sus redes sociales de Vinicius llegando al Etihad y pasando, casualmente, por una pared en la que también aparece Rodri con el premio.

Vini Jr tenía una misión: conquistar el Etihad

Se acabaron los prolegómenos y empezó lo bueno. Llegó la hora. Los 22 protagonistas salían del túnel del Etihad mientras se producía un auténtico espectáculo de luces que advertía del auténtico partidazo que estaba a punto de arrancar.

Mientras salían, Vinicius clavó su mirada en el polémico tifo. Era como si el brasileño no quisiera olvidarlo jamás o, al menos, durante los próximos 90 minutos.

Colocados en sus puestos, comenzó a sonar el himno de la Champions. Y, entonces, en ese preciso momento, todo cambió. El City jugaba en casa, el Real Madrid llegaba con un sinfín de bajas y con una defensa totalmente improvisada; pero aquello era la Champions y todo el mundo sabe lo que suele ocurrir cuando el legítimo Rey de Europa disputa su competición fetiche.

El marcador no hizo justicia en la primera parte

Ahora sí, por fin el balón comenzó a rodar por el césped del Etihad (bien bajito, como le gusta a Guardiola). Los primeros 15 minutos del encuentro fueron un auténtico asedio madridista. La presión de los hombres de Ancelotti sorprendió a los locales que asistieron impotentes a una sucesión de ocasiones blancas que bien podrían haber supuesto el primer gol del partido.

Sin embargo, el fútbol, caprichoso como siempre, quiso que una acción aislada del City abriera la lata del encuentro. Gvardiol la dejó con el pecho y Haaland recuperó su única asignatura pendiente, anotó por primera vez en su carrera al Real Madrid.

A partir del tanto citizen, es cierto que los blancos se vinieron abajo y los ingleses comenzaron a manejar los tiempos del partido a su antojo. Sabían que un ritmo frenético, un ida y vuelta constante o un intercambio de golpes beneficiaría a un Real Madrid que estaba deseoso de volver a encontrar la verticalidad que impuso en el juego durante los primeros compases. Por ello, los pupilos de Guardiola bajaron las pulsaciones al choque, durmieron el partido e hicieron que los minutos pasasen sin que los madridistas recuperaran sensaciones.

El Real Madrid volvió a anteponerse a un resultado adverso

No obstante, es cierto que en los últimos minutos de la primera parte volvimos a ver la mejor versión de un Real Madrid que, a pesar de este arreón final, se fue al descanso por detrás en el marcador.

Nadie, excepto los propios futbolistas, sabe qué les dijo Ancelotti en el vestuario, pero lo cierto es que los de Chamartín volvieron a salir al campo con la convicción de romper la maldición del Etihad. Las ocasiones se sucedieron una y otra vez sobre la portería de un Ederson que fue, sin duda, uno de los jugadores más destacados por parte del City.

Finalmente, tras una falta a Ceballos en la frontal del área, llegaría el empate visitante. El utrerano cogió el rebote del lanzamiento de Valverde que se estrelló en la barrera y volvió a demostrar que es un futbolista especial, un mago de esos que ya escasean, asistiendo a Mbappé con un centro inmejorable. Kylian, en uno de sus peores partidos con la elástica madridista, remató de manera muy poco ortodoxa y logró, nadie sabe muy bien cómo, introducir el balón en el fondo de la portería.

La BMV rió, el resto es historia

El gol de Kylian, lejos de provocar nerviosismo, prisas o tensión entre los jugadores de Ancelotti, nos dejó un momento para el recuerdo. Bellingham, Vinicius y el propio Mbappé se desternillaban de la risa bromeando sobre la acción, como si ya supieran lo que acabaría sucediendo.

Los minutos posteriores al empate del Real Madrid parecían una cuenta atrás para el segundo tanto madridista, que parecía estar al llegar. Sin embargo, el reloj siguió corriendo y, cuando menos se esperaba, este deporte que tanto amamos volvió a pecar de caprichoso y un penalti clamoroso sobre Foden provocó que los locales volvieran a ponerse por delante a pocos minutos del final.

El Etihad estalló en júbilo y emoción, pero Guardiola ni siquiera esbozó una sonrisa. El ex del Barça ya ha vivido muchas veces esta historia y se sabe de memoria cómo termina. Sí, efectivamente, volvió a suceder.

Un remate de Vinicius repelido por Ederson hizo los honores al empate de Brahim. La ‘ley del ex’ volvió a surtir efecto y el internacional con Marruecos volvió a hacer justicia en el luminoso con el tiempo prácticamente cumplido.

El empate, a decir verdad, tampoco hacía justicia. El Real Madrid había sido infinitamente superior, pero, al menos, no afrontaría el encuentro de vuelta con la exigencia de ganar por dos de diferencia para poder clasificarse.

No obstante, si alguien cree que el tanto del ’21’ blanco cerró el encuentro es que no conoce la historia, el legado y la vinculación de este equipo con esta competición.

La enésima remontada del Real Madrid en Champions

Cuando todos daban por bueno el empate; cuando nadie tenía fuerzas siquiera para darse la última carrera; cuando la gran mayoría habría preferido que el colegiado hiciese sonar su silbato diese por concluido el choque…; justo entonces, emergió la figura del mejor futbolista del mundo. Sí, han leído bien. Repito: el mejor futbolista del mundo. Y no, esta denominación no la decide un servidor, tampoco una pancarta mal puesta por un club estado, ni mucho menos un premio absolutamente desacreditado en el mundo del fútbol. Este reconocimiento a Vinicius José Paixao de Oliveira Júnior se lo dan noches como la de ayer.

El brasileño, en un acto de fe sin precedentes, decidió presionar y provocar el fallo en la defensa citizen. Tras el error del zaguero, Vini (que llevaba todo el partido sacrificándose y corriendo como el que más) aceleró hasta hacerse con el esférico, plantarse frente a Ederson e intentar batir a su compatriota con una vaselina que, si bien no salió como esperaba, sirvió para asistir a un Jude Bellingham que también ha entendido a la perfección esa frase que tanto suele escucharse por el Bernabéu: «Hasta el final, vamos Real». El inglés confió en Vinicius y llegó por delante de su par para embocar a gol, bailar con Brahim, abrirse de brazos y volver a recordarle al mundo que nunca se debe dar por muerto al legítimo Rey de Europa.

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