Offsider
·1 de octubre de 2024
Offsider
·1 de octubre de 2024
El domingo pasado en el Cívitas Metropolitano, Atlético de Madrid y Real Madrid se vieron las caras en un partido muy táctico que plantearon. Más que un encuentro de liga, parecía una ida de semifinal de Champions. Simeone y Ancelotti tuvieron más miedo de no recortar puntos al FC Barcelona tras su pinchazo, que de ir de verdad a por el partido. Mucho respeto entre clubes. Un partido de 0-0, que acabó 1-1, a pesar de que dejara sabores distintos dependiendo de la camiseta.
Ancelotti, al igual que Simeone, priorizó no perder sobre ganar. Ambos equipos le dieron pausa al juego. El Real Madrid mantuvo el balón, pero sin generar gran peligro, más allá de algún disparo de Valverde desde fuera del área o alguna conducción de Vinicius. Mantuvo a raya al Atleti, que buscaba tímidamente sacar contraataques. Sin embargo, entre los dos equipos, los desmarques fueron esporádicos.
Pero a Ancelotti no se le critica por la primera parte, tampoco por cómo jugó el Real Madrid desde el inicio. Carletto está en el punto de mira por el planteamiento deficiente que realiza para mantener el 1-0. Además de los cambios tardíos, algo reincidente en él, es quiénes son esos jugadores que entran y qué función van a tener en los minutos que disputen. Cuando sacas a Lucas Vázquez por Modric en el 86′, quitas a Vinicius por Endrick en el 87′ y tu último cambio es Fran García por Rodrygo en el 90′, das un claro mensaje a tus futbolistas.
Ancelotti desorganizó a su línea defensiva, que de por sí no estaba siendo muy solvente, con su decisión de doblar el lateral, y acabó el partido con seis defensas y Tchouaméni más cerca de ser tercer central que mediocentro. A esto hay que sumar las sustituciones de tus dos delanteros, que imposibilitaron sacar contraataques en un momento en el que el Atlético estaba volcado y el contragolpe podía ser definitivo. Endrick tuvo su oportunidad, pero no todos los días son fiesta: hizo la misma acción que contra el Stuttgart, pero esta vez sin éxito, lo que generó aspavientos de sus compañeros.
Ancelotti fue demasiado conservador y su conformismo pasó factura en el campo. Aunque no todo cae en el plato del italiano. El partido exigía más energía en el centro del campo, pero el banquillo madridista no le pudo dar esa solución. Damos por hecho que Camavinga todavía no estaba recuperado, si no habría sido de la partida, y era el cambio idóneo por Modric. Tampoco pudo contar con Ceballos o Brahim, quienes hubiesen sido una solución, o con jugadores cedidos como Mario Martín, que bien podría haber sido útil esta temporada. Aunque si no da minutos a un jugón como Arda Güler, difícilmente los tendría un canterano.
Ancelotti volvió a pecar de conformista en un partido donde el Real Madrid tenía todo para ganar. Su planteamiento defensivo y los cambios tardíos no solo desorganizaron al equipo, sino que le enviaron el mensaje equivocado: defender el 1-0 a cualquier precio. Aunque las bajas y las limitaciones del banquillo complicaron la situación, el técnico italiano debe asumir su responsabilidad. Si no se corrige esta tendencia, los resultados pueden pasar factura en una temporada que exige ambición y respuestas inmediatas.