REVISTA PANENKA
·25 de mayo de 2022
REVISTA PANENKA
·25 de mayo de 2022
En la batalla, no hay arma más poderosa que la fe. El capitán, impetuoso y valeroso, debe ser quien la transmita a todo su ejército, sirviendo como ejemplo a seguir y convirtiéndose en la figura más frágil de toda la armada. Porque será él quien desde primera fila marchará cabalgando hacia las tropas enemigas, con la autodeterminación de saber que está construyendo un nuevo capítulo de los libros de Historia. De su propia historia. Contada mediante una serie de diminutos recuerdos. Instantes lentos que pasan como horas y que prosperan intactos en la memoria del historiador nostálgico. Momentos en los que emergen las dudas y de entre los cuales solo sobreviven las grandes leyendas.Porque la fe y la autodeterminación de saber que eres y serás leyenda basta para salir a combatir con la convicción de que ganarás. Como Leonidas y sus 300 espartanos. Como Gandalf en Moria. O como Jon Snow en ‘La batalla de los bastardos’. Todos ellos, enfrentamientos de película predestinados a no tener un final feliz. Excepto la nuestra. La de uno de nosotros. La de Thierry Henry el 9 de enero de 2012. El día en el que la mayor leyenda del Arsenal saltó al terreno de juego disfrazado de jugador, cuando, en realidad, era un aficionado más.Habían pasado cinco años desde su marcha y la afición le había votado recientemente como el mejor jugador de la historia del club. ‘Tití’ lo había sido todo para el Arsenal. Y el Arsenal había sido todo para ‘Tití’. Únicamente la insomnia que padecía por no haber logrado levantar la Champions League separó sus caminos. Una pesadilla que topaba su sueño. Una vez curado, con Guardiola como terapeuta, con Messi y Eto’o como compañeros de terapia y Xavi e Iniesta como enfermeros, Henry podía dormir tranquilo. Marchó a Estados Unidos a vivir el sueño americano, el New York Red Bull le esperaba y la ‘Gran Manzana’ sería su nuevo hogar. 9 de enero de 2012. El día en el que la mayor leyenda del Arsenal saltó al terreno de juego disfrazado de jugador, cuando, en realidad, era un aficionado más Asentado. Figura venerada. Como aquel profesor universitario, catedrático y emérito, que ofrece sus ponencias magistrales en verano, Henry recibió una carta de reclutamiento que iluminó sus ojos. Su padre futbolístico, Arsène Wenger, requería de su presencia. Marouane Chamackh y Gervinho se iban a perder dos meses de competición al ser seleccionados para disputar la Copa África de 2012. Dichosas son las fechas en las que se produce el campeonato, deben de pensar los entrenadores a los que se les escapa un jugador. Pero, bendita fue esa fecha para cualquier aficionado nostálgico. Henry volvía al viejo continente mediante un fugaz acuerdo de cesión de dos meses entre los ‘Gunners’ y el New York Red Bull, pactando su vuelta para el inicio de la pretemporada americana. El 6 de enero de 2012, ‘Tití’ abandonó sus vacaciones en México y puso rumbo a Londres. “No vengo aquí como héroe ni a demostrar nada. Vengo para ayudar. Vengo para poco tiempo y la mayor parte del tiempo estaré en el banquillo”, declaró humildemente el delantero francés tras confirmarse la noticia. Solo tres días después, volvió a debutar con el Arsenal en un partido de FA Cup contra el Leeds, que por aquel entonces era equipo de Championship. Y, como no podía ser de otro modo, lo hizo como el héroe y capitán de su propia batalla de película.Corría el minuto 68 de partido, el Arsenal, encasquillado en ataque, no había podido modificar el 0-0 inicial ante un Leeds que estaba dando más guerra de la esperada. El Emirates llevaba varios minutos coreando su nombre. Lucía ansioso por vivir ese momento y con la fe de que sería él quien ganaría aquella divertida contienda. Wenger sustituyó a Chamack y a Oxlade-Chamberlain y dio entrada a Theo Walcott y a Thierry Henry. Por primera vez, ‘Tití’ salía con el ’12’ a la espalda, el número que representa a la afición y que siempre había llevado con la selección francesa. Como aquel profesor universitario, catedrático y emérito, que ofrece sus ponencias magistrales en verano, Henry recibió una carta de reclutamiento que iluminó sus ojos “Den el balón a Michael Jordan y todos salgan del camino”, indicaba el entrenador de los Bulls, Doug Collins, a sus jugadores cuando el norteamericano entraba a la pista. Den el balón a Henry, debían de pensar todos los presentes en el Emirates aquella noche, incluido Wenger. Y eso hizo el camerunés Alex Song, que con un pase en profundidad dejó a Henry en su posición favorita: frente al gol. En el pico del área, delante del portero, dos toques con la pierna derecha: el primero para acomodarla y el segundo, con un movimiento robotizado al cargar la pierna, para acariciarla hacia el fondo de la red. Habíamos visto ese chut de ‘Tití’ cientos de veces: un minucioso y elegante golpeo con el interior de su bota hacia el palo contrario del portero. Infalible, precioso, orfebrería.Éxtasis. Henry se giró rápidamente y corrió hacia el banquillo para abrazar a su entrenador, que tanto había confiado en su vuelta. Hacía únicamente nueve minutos que había abandonado su butaca como suplente. Tres días antes era un aficionado más, ahora el protagonista del cántico del público. Cinco años después, el Emirates volvía a ser el hogar de ‘Tití’. “No entraba en mis planes convertirme en héroe tras mi regreso”, declaró al acabar el partido. El Arsenal se clasificó a dieciseisavos de la FA Cup y fue nombrado MVP del partido. Thierry Henry jugó únicamente cinco partidos más con los ‘Gunners’, consiguiendo anotar otro gol. Fueron solamente 94 minutos en total. 5640 segundos fugaces con los que agrandó todavía más su leyenda. “Jugué en partidos importantes […], pero no puedo compararlos a esa noche. Nunca me pasará nada como esa noche. Fue de otro mundo”, confesó Henry años más tarde. El 17 de febrero, un mes y once días después de su regreso, Thierry volvió a coger un vuelo a Nueva York. No sabría exactamente si describir lo que sucedió aquel invierno de 2012 como un sonoro bailarín de claqué, como un elegante ballet o un divertido break dance. Pero sí como el último gran baile de ‘Tití’ Henry. SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKAFotografía de Imago.