
La Galerna
·14 de abril de 2025
La guerra del fin del mundo

La Galerna
·14 de abril de 2025
Buenos días. Amanecemos con la terrible noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa. Sería pretencioso que La Galerna, una modesta publicación sobre fútbol, tratase de glosar la capital importancia de su figura en el mundo de las letras españolas. Baste decir que su desaparición nos aflige como le sucede a cualquier aficionado a la lectura que haya tenido la fortuna de aproximarse a su obra o, mejor, de zambullirse en ella.
Decimos bien. Los libros de Vargas Llosa están (sí, están, y estarán por siempre) allí para zambullirse en ellos, para olvidar el mundo y sumergirse en sus historias. Sus historias seguirán siendo tan inimitables como siempre fueron, y el mundo cada vez va a peor. Lo de zambullirse, pues, será cada vez mejor idea.
Mario Vargas Llosa era además un madridista irredento. Puede ser un dato anecdótico para quien no ame a nuestro equipo, pero La Galerna vive por y para el Real Madrid, por lo que se convierte en muy relevante a nuestros efectos. En pocos días hemos dicho adiós a dos madridistas eminentes, cada uno en su campo, pues aún no nos hemos recuperado del pesar de perder a Leo Beenhakker. Cada uno puede (o no) creer en el Más Allá, pero nadie duda que en el Cielo hay dos vikingos más apretando para lo del miércoles.
“Y ahora a por el milagro”, titula Marca. Lo que hay a partir del ahora es la necesidad de una hazaña como pocas en la historia del Bernabéu. Lo que hay justo antes del ahora es la victoria de ayer por la tarde en Mendizorroza (0-1, golazo de Camavinga, crónica de Ramón Álvarez de Mon y cafrada arbitral consuetudinaria por parte de Soto Grado), un triunfo cimentado sobre el poco juego que propició el continuo juego violento del Alavés, con la anuencia arbitral, y logrado a pesar de la expulsión de Mbappé, que perdió la cabeza en un lance cualquiera. La victoria era esencial para seguir soñando con dar un golpe desde dentro al sistema putrefacto que padecemos, proclamándonos campeones del torneo que organizan nuestros compatriotas enemigos.
Y se consiguió. Se consiguió gracias a un gran partido del propio Camavinga (lástima que no podrá jugar el miércoles), Valverde y un Asencio que aguantó estoicamente los gritos criminales de parte de la grada alavesa. Esta vez, al contrario de lo que hicieron otros colegiados, Soto Grado reflejó en el acta que tuvo que detener momentáneamente el partido a raíz de esos cánticos. Acerca del acoso que está sufriendo nuestro joven central, os recomendamos la lectura de este texto galérnico de Juanan Amorós.
Sí. “Y ahora a por el milagro”. Será, parafraseando el título de aquella obra maestra de D. Mario, la guerra del fin del mundo. Siempre lo es para el Madrid, máxime en ocasiones tan señaladas como la que ahora se nos presenta. Si no obramos el milagro, moriremos. Tras una eventual eliminación contra el Arsenal, no quedará nada en el planeta, sometido a la radioactividad. La sala de trofeos quedará reducida a cenizas. Nada de lo logrado desde 1902 contará realmente.
La guerra del fin del mundo, o así será presentada por los que no nos quieren, o por los que nos quieren de la manera más tóxica imaginable.
As no ha llegado aún al miércoles, y su portada queda circunscrita al partido de Mendizorroza. “Con garra y sin Mbappé”, titulan. El francés se hizo expulsar de manera absurda y temeraria, dejando a su equipo con diez durante muchos minutos. Como indica el propio As, pidió perdón después, un perdón que la prensa cataculé no parece dispuesta a concederle.
“¡Imperdonable!”, dice SPORT, o mejor lo grita, que para eso le ponen exclamaciones. Quien tiene que decidir si perdona a Mbappé no es Sport, desde luego, sino en todo caso la afición blanca, que es quien se vio innecesariamente privada del concurso de su estrella durante muchos minutos, poniéndose así en riesgo el triunfo que finalmente aconteció.
No se queda muy atrás Mundo Deportivo, que tilda de “salvajada” (nada menos) la violenta y extemporánea entrada de Kylian. Dice que el delantero “merece una sanción ejemplar”. Definan “ejemplar”, amics. ¿Tal vez lo suficientemente ejemplar para que, por casualidad, no juegue contra ustedes? Qué sutil mensaje a los responsables. Va siendo hora de que los organismos (y, en general, la práctica totalidad de quienes pintan algo en el mundo del fútbol español) se giren hacia el equipo cliente de Negreira y su entorno y, parafraseando a Villar con aquel presidente culé, griten exasperados: “Pero Barça, ¿qué más quieres que te demos?”.
Pasad un buen día.