
La Galerna
·20 de marzo de 2025
Madure, Vinícius

La Galerna
·20 de marzo de 2025
Quién no recuerda la adolescencia, esa época en la que la rebeldía, el cuestionamiento de las normas, la búsqueda de autoafirmación, la vehemencia y el apasionamiento, unidos a un bullente cocktail de hormonas, nos transforma en unos seres bastante insoportables. No existían los matices. La vida era un “conmigo o contra mí” constante, y, claro, eso es a) un coñazo para los que nos rodean y b) simplemente agotador. Por si faltaba algo, queríamos ser individualistas, sí, pero sin dejar de experimentar sentimiento de pertenencia. Llámenlo casualidad, pero pocas cosas, quizá ganar Copas de Europa, hace el Real Madrid mejor que suscitar esa sensación de adhesión.
Vinícius Junior es buenísimo, superlativo, de los mejores jugadores del mundo. Llegó a Madrid siendo un adolescente y, 6 años después, la FIFA lo reconoce como The Best, el resultado de una evolución y mejora año a año que no nos creeríamos si no la hubiéramos visto en primera persona. El primero al que responsabilizar de semejante salto cuántico es al propio jugador, que ha demostrado una capacidad de trabajo sobresaliente y una fortaleza mental a prueba de absolutamente todo. Los técnicos que ha tenido, unos en mayor medida que otros, también han contribuido de manera decisiva a quemar etapas a velocidad absurda, de manera que, en 6 años, el Madrid pasa de tener a un chico prometedor al que los rivales muerden en la cabeza en Segunda B, a una de las tres mayores estrellas del fútbol mundial. La característica más sobresaliente de Vinícius no está en su velocidad, su regate o su capacidad de aparecer en los momentos decisivos, no. Está en su mentalidad, en no parar de intentar superar a su rival durante los 90 o 120 minutos que dura un partido, no escatimando un solo esfuerzo, al menos hasta este año. No sé a qué achacarlo, pero ese Vini de cabezonería CristianoRonaldiana ha abrazado varias virtudes y algunos vicios del mito portugués.
CR7 era también un poco adolescente en sus actitudes y comportamientos. Siempre reafirmando su condición de mejor jugador cuando no resultaba necesario por evidente o un excesivo afán de protagonismo cuando la situación requería un perfil mucho más bajo. No había lugar para la mesura en el eterno videoclip en el que vivía el astro de Madeira. En todo caso, quedarán para siempre en nuestras retinas sus goles, muchos más de los que pueden ser contados, su profesionalidad intachable e indiscutible y su foco en el gol y la victoria, esa misma concentración que le hacía, ante la enésima patada digna de pena de privación de libertad que le propinaban los jugadores del Sporting de Gijón, y ante el unánime insulto del Molinón, levantarse diciendo “¡Vamos, más, MÁS!”. El mayor rival de Cristiano Ronaldo era él mismo, pues su rendimiento se resentía cuando se obcecaba cuando no le salían las cosas e intentaba demostrar que seguía siendo el mejor, como si hiciera falta.
Vinícius está siendo objeto de un acoso e insulto sistemático en el mismo grado que lo fue Cristiano, lo cual es lógico, porque los rivales lo temen. Mucho. Los adversarios también han aprendido que es más sencillo sacar del partido a Vini a base de fútbol subterráneo, ese, más bien el único, que controla tan bien el equipo cosladiego cuyo entrenador es una cheerleader vestida de enterrador. Nuestro número 7 se rebela como un loco ante lo que entiende injusto, exactamente igual que nosotros con 15 años, siendo ese gasto de energía tan comprensible como fútil, mientras intenta aglutinar protagonismo en momentos incorrectos como intentando demostrar algo que no es necesario probar.
La dirección que está tomando la actitud de Vinícius esta temporada sólo conduce a Arabia, donde lo cubrirán de oro de ser cierta la oferta procedente de allí. Aún está a tiempo de reconducir la situación y ser el mejor como lo son los verdaderamente grandes, esto es, sin forzarlo, no teniendo que demostrarlo a todas horas. Su rendimiento actual es bajo porque está poco centrado en el fútbol y muy obcecado en acreditar su condición de astro, siendo ésta la fórmula perfecta para el fracaso. El Real Madrid necesita al Vinícius titánico y colosal, pero maduro y centrado, uno que no haga tonterías como lo de enseñar el escudo a la grada rival cuando ha hecho un partido tenebroso, por mucho que los indeseables que la pueblan den muestras de su inmensa bajeza. No es necesario que se libere de esa presión autoimpuesta, ni mucho menos, porque es lo que le ha llevado a ser ya un mito del madridismo, sólo tiene que redireccionarla, pero ha de hacerlo de inmediato si no quiere convertirse sólo en el traspaso más caro de la historia.
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