La Galerna
·23 de diciembre de 2024
La Galerna
·23 de diciembre de 2024
Iba a escribir de Jesús Navas y de lo que vivimos ayer en Chamartín. Esperé que se manifestara. Sucedió pasadas las nueve de la noche, ayer. Había hablado y llorado en el estadio, faltaba el colofón final: el escrito. Estas cosas se dejan así, en un papel por los siglos de los siglos. Apareció.
‘El último día’ lo tituló. El primero lo dedicó a su gente y termina así: “Por eso, mis sentimientos sevillistas siempre seguirán a flor de piel, y es que mi afición me llevó al límite al sentir la felicidad plena en una tarde donde creí flotar sobre el Pizjuán”. Fue cuando su despedida como local, en su casa, aquella noche victoriosa ante el Celta.
El segundo párrafo queda para la historia: “Pero lo vivido esta tarde en el Bernabéu ha sido una bendita locura. No recuerdo haber visto algo así en un campo rival. Por eso siento la necesidad de agradecer a los aficionados del Real Madrid su entrega y reconocimiento a mi persona en un recuerdo que será inolvidable. Igualmente gracias a los jugadores y cuerpo técnico del club por su participación en el homenaje que he recibido. Hago extensiva mi gratitud a todos los empleados de la entidad madridista que han colaborado en la organización del evento”.
Poco después, en el valenciano pabellón de La Fonteta, el Real Madrid de baloncesto salió con una camiseta en la que se leía Fuerza Valencia. Y los aficionados madridistas presentes mostraron una pancarta con este lema: Todos somos Valencia. El millón de euros que el club donó a los perjudicados y la bandera valenciana que presidió el partido de Champions con el Milán fueron la avanzadilla. Dio la vuelta al mundo. Como lo de ayer.
Esto es el Real Madrid. El que ha estado siempre en los momentos difíciles en cualquier rincón de España. Tenerife, por la Palma. Lorca, por el terremoto. El Juntos por Galicia, tras lo del Prestige, aquel amistoso ante un combinado de futbolistas de Celta y Deportivo… Ojalá nunca jamás deba enarbolar esa bandera.
Si esto contribuirá a que el Madrid sea mejor recibido en el Pizjuán o Mestalla el 3 de enero es algo que se pregunta mucha gente. En los corazones de las de buena voluntad, segurísimo. Los tarados no tienen corazón, esa batalla está perdida. En todas partes.
Esto es el Real Madrid. El que ha estado siempre en los momentos difíciles en cualquier rincón de España. Demostró una vez más que es el equipo de todos. Los hay que no lo saben. Y los que se resisten a admitirlo
Experiencias como estas deben dejar huella y así será. La bondad se impondrá. ¿Un sueño? Un deseo. Acierta Navas, no se recuerda homenaje así a un rival. Son las cosas del Madrid. Al que hay que ganar aunque sea en órsay, pues claro. En Sevilla, Valencia y San Petersburgo. Quedarse ronco apoyando a tu equipo y también pitándole cuando amenace tu portería.
La pasión. Desde ahí, agradecimiento y respeto a quien te respetó y estuvo a tu lado en el dolor, en la despedida de uno de tus ídolos. El Madrid demostró una vez más que es el equipo de todos. Los hay que no lo saben. Y los que se resisten a admitirlo. Todos quieran ganarle, es la victoria químicamente distinta. El Valencia Basket lo logró. Felicidades.
La victoria deportiva futbolera, el 4-2, permite al equipo situarse a un punto del nuevo líder. A los dos les falta un partido, al Madrid el de Mestalla y al Atleti recibiendo a Osasuna. En el peor de los casos, Ancelotti y su tropa acabarán la primera vuelta en segunda posición. Tras una manga complicadísima por tantos factores de sobra conocidos. Y con una carita mejorada.
Intercontinental, fiesta en el Bernabéu y victoria. Buenísima manera de despedir el excepcional 2004 y encarar un 2025 ilusionante. Eso fue y será fútbol, algo mágico cuando suceden cosas como las que vimos ayer en el Bernabéu.
El lugar donde lo excepcional sucede como en ninguna otra parte. Joselu estuvo en el campo, fíjense... Lo excepcional esta vez con y por Jesús Navas, un rival. Sí, sí: así, así gana el Madrid.
Getty Images.