Offsider
·24 de mayo de 2024
Offsider
·24 de mayo de 2024
Más de 250 partidos después de regresar al Granada en 2017, Antonio Puertas abandona la ciudad de la Alhambra como una leyenda del club. La decisión de no renovar combina la ilusión de buscar nuevos retos y la amargura de abandonar uno de los equipos de su vida. Y más de la manera en la que ocurre, descendiendo a Segunda División y habiendo perdido toneladas de protagonismo. Esta noche, el andaluz se enfundará sus colores por última vez ante el Girona, tras la fatídica despedida que vivió en Los Cármenes la jornada pasada fallando el penalti del empate en el último minuto. Dos ascensos, dos descensos y una histórica aventura por Europa después, Antonio Puertas dice adiós al Granada en Montilivi.
El canterano del Villarreal ya pasó por el Recreativo Granada de 2012 a 2014. Entonces firmó por el Almería, equipo de su ciudad, para terminar volviendo tres temporadas después al primer nivel nazarí. En estos siete cursos como rojiblanco, Antonio Puertas ha marcado 34 goles y repartido 26 asistencias en 252 encuentros, sin embargo, su huella va más allá de las cifras.
Ha sido clave en la mejor etapa del Granada en Primera División y en los dos ascensos desde Segunda. Sin ir más lejos, el curso pasado fue uno de los héroes al anotar tres goles y dar dos asistencias en las tres últimas, y decisivas, jornadas de Liga Smartbank. Protagonista en el ‘Eurogranada’ de Diego Martínez que alcanzó los cuartos de final de Europa League, y un ídolo para la afición a base de esfuerzo y sudor en cada partido.
Las despedidas no son sencillas, y el contexto no lo facilita. Una de las peores generaciones que ha pasado por Los Cármenes pone rumbo a la categoría de plata y dice ‘adiós’ a Primera ante el tercer clasificado. El Girona, hambriento y con ganas de finalizar el curso superando la exclusiva barrera de los 80 puntos, no tendrá piedad ante un Granada que busca dar la última alegría a su afición. A falta de confirmación, se espera que Antonio Puertas goce de unos minutos para despedirse definitivamente de las rayas verticales del club que le ha convertido en leyenda.