
La Galerna
·1 de mayo de 2025
Nunca hemos sido ingratos

La Galerna
·1 de mayo de 2025
No sé si Séneca predicó contra la ingratitud y luego la padeció a manos de Nerón, o si por padecerla, quiso denunciarla. Con toda seguridad, Nerón no era madridista. Además, ningún madridista se pondría a tocar la lira mientras todo estalla en llamas. También C. S. Lewis dejó una buena lección sobre el asunto: “La gratitud mira al pasado y el amor al presente; el miedo, la avaricia, la lujuria y la ambición miran hacia adelante”. El Real Madrid es lo que es por el poso de su pasado, del que tanto orgullo sentimos, pero el pasado también es ayer mismo, con los jugadores actuales, y a su vez no es incompatible con el amor presente al que alude el autor de Cartas del diablo a su sobrino.
En medio de la lógica indignación por esta crisis, o este fin de ciclo, o como demonios se llame la tiniebla que atravesamos, leo infinidad de comentarios críticos sobre casi todo el equipo. Me parece normal y el Madrid también es esto. Sin embargo, noto una saña particular, una inquina desagradable que me incomoda, hacia el papel de mi paisano coruñés Lucas Vázquez, y no puede indignarme más ver a madridistas de cabeza a los pies comportándose con él como si fueran vulgares Nerones.
Lucas Vázquez representa como nadie lo que significa el Real Madrid. Nuestra historia está trufada de jugadores que lograron exprimir al máximo sus capacidades, superándose, y dejándose hasta la última gota de sudor por el equipo. Tipos que matarían por cualquiera de sus compañeros. Ya, ya sé que también hemos tenido galácticos y estrellas descendidas de los cielos, pero no olvides que muchas de nuestras leyendas no lo fueron, si acaso lo llegaron a ser por empeño, por honor, por esfuerzo, por fidelidad al escudo, por pasión por el Real Madrid. Ahí tienes, en fechas más recientes, a nuestro querido y ahora añorado Joselu. Pero son cien mil los ejemplos a lo largo de nuestra gloriosa historia.
Pero una cosa es superarse a sí mismo en condiciones normales, y otra diferente el papel que de forma recurrente le ha tocado a Lucas Vázquez, que es jugar fuera de su posición, y aún encima supliendo a uno de los mejores del mundo en su puesto, que es Dani Carvajal. Y, a pesar de las evidentes dificultades en tareas defensivas, hemos de convenir que tal vez sea uno de los jugadores que mejor se ha adaptado a jugar en una posición que no es la suya, y si no lo ha hecho por aptitudes defensivas naturales, lo ha hecho por convicciones madridistas, lo que tiene aún bastante más mérito que el talento inusual de la versatilidad.
Lucas Vázquez representa como nadie lo que significa el Real Madrid. Nuestra historia está trufada de jugadores que lograron exprimir al máximo sus capacidades, superándose, y dejándose hasta la última gota de sudor por el equipo
No tengo ni idea de si el gallego debe seguir en el Real Madrid la próxima temporada o no, pero no estoy dispuesto a apoyar la campaña de pésimo gusto contra un tipo que ha sudado sangre para ayudar al equipo siempre en el momento y en el papel que los directores técnicos le han pedido. No quiero dar nombres, pero todos hemos visto estos últimos años a futbolistas en circunstancias similares paseándose tanto en los entrenamientos como en los partidos, y filtrando gansadas a la prensa para quejarse por su suplencia.
Curiosamente, los mismos madridistas que están crucificando al bueno de Lucas, también la están tomando en los últimos días con Brahim Díaz, quizá por su mala actuación ante el Barcelona, y piden en las redes su inmediata salida. Será que a mis 43 castañas no tengo ni puñetera idea de fútbol, pero Brahim me sigue pareciendo uno de los mejores del mundo, y lo único que podría reprocharle es no haber sabido gestionar bien esta temporada su difícil papel secundario y discontinuo en el equipo. La maravillosa competencia en el Real Madrid hace que a veces, después de una actuación estelar, vuelvas a comerte un banquillo. Y esto le ha pasado un montón de veces en las últimas dos temporadas. A él, a Arda Guler, y a unos cuantos más.
No tengo ni idea de si el gallego debe seguir en el Real Madrid la próxima temporada o no, pero no estoy dispuesto a apoyar la campaña de pésimo gusto contra un tipo que ha sudado sangre para ayudar al equipo siempre en el momento y en el papel que los directores técnicos le han pedido
Me sorprende que estos presuntos madridistas disparen estos días a mansalva contra Lucas y Brahim, que incluso si dejamos al margen sus talentos y debilidades deportivas, han representado exactamente todo lo que está bien en el equipo: compromiso, trabajo callado, apoyo a los compañeros, comunión total con la afición, y disponibilidad absoluta para ayudar al resto del equipo. Sé que si no hubiera talento deportivo detrás, todo eso no valdría de mucho, pero si nadie puede olvidar la endiablada verticalidad de Brahim, cuando sale del banquillo a aprovechar la limosnilla de minutos del partido de turno, tampoco es posible dejar de lado las increíbles internadas del Lucas extremo que, cuando pisa su zona, se convierte en un jugador estelar, peligrosísimo para los rivales, ya sea driblando, en velocidad, o centrando con inspirada intención.
Yo quiero un millón de tipos como Lucas Vázquez y Brahim Díaz en mi equipo y, sobre todo, en el vestuario de mi equipo. Mi orgullo de madridista se sustenta muy especialmente en jugadores como ellos.
Getty Images