OhNacional
·9 de mayo de 2025
Parce, nuevamente el continente no para de hablar de Marino

OhNacional
·9 de mayo de 2025
¡Parce, lo que hizo Marino Hinestroza en el Atanasio no fue fútbol, fue arte con sed de revancha! Ese pelao que salió con la cabeza abajo en Porto Alegre, volvió a Medellín con fuego en los pies y con una sola misión: poner a Internacional de rodillas y demostrar que los cracks se levantan con fútbol, no con excusas. ¡Y vaya que lo logró, parcerito!
Desde que sonó el pitazo inicial, Hinestroza jugó como si el alma se le saliera en cada toque. Gambeteó, metió cuerpo, encaró, repartió magia y hasta se atrevió con una sonrisa en la cara. El man no jugó, bailó samba con acento paisa en plena cara de los brasucas. ¡Repartió clase como si estuviera en La Cancha Marte enseñando a pelados de barrio!
Y claro, la prensa no se quedó callada. Las portadas de América Latina se llenaron con su nombre y su cara. Que «el nuevo talento colombiano», que «la revancha perfecta», que «la figura del partido»… ¡Hasta en Brasil lo aplaudieron, parce! Marino no solo se tomó revancha: se graduó de crack internacional en el Atanasio, y eso no es poca cosa.
Lo que más alegra, mi bro, es que esa actuación brutal no pasó desapercibida pa’ nadie. Según nos llegó el chisme del bueno, Marino volvió a sonar en la Selección Colombia. Sí, leyeron bien. El mancito está otra vez en la carpeta de Néstor Lorenzo pa’ las Eliminatorias. ¡Eso es ganarse el llamado con fútbol del bueno y corazón verdolaga!
Marino Hinestroza – Foto tomada de Atlético Nacional Oficial
¿Y saben qué? Esa es la historia que nos gusta contar. No es solo de goles y pases: es de resiliencia, de levantarse cuando te quieren enterrar, de demostrar que en Nacional los errores no se lloran, se corrigen en la cancha con actitud y jerarquía. Marino es la prueba viva de eso, el parcero que volvió más fuerte.
Hinestroza no necesitó gritar ni buscar revancha con patadas. El man habló con el balón, con el alma y con el escudo en el pecho. Nos regaló una noche inolvidable y nos recordó que el fútbol es también una forma de redención, de limpiar el nombre, de ponerle magia a la historia.
Así que ya saben, parceros: la próxima vez que vean a Marino en la cancha, no lo miren solo por lo que juega. Mírenlo por lo que representa. Porque más allá del talento, el man nos enseñó algo más bravo: que en Nacional no se rinde nadie, y menos uno de los nuestros. ¡Gracias por tanto, Marino!