REVISTA PANENKA
·31 de enero de 2023
REVISTA PANENKA
·31 de enero de 2023
Pedro León (Mula, 1986) no eligió ser El Lobo de Wall Street. Tampoco ninguna estrella de la NBA firmando su último gran contrato. A sus 36 años, el destino quiso llevarle a Murcia, el lugar que le vio nacer como futbolista. “Sentí que era el momento de regresar”, asegura el centrocampista. El pasado verano no se dio un hecho casual en el Real Murcia. El Enrique Roca volvió a ver vestir la camiseta grana a un ídolo que cerraba un círculo. El hijo pródigo. Un jugador que, allá por 2007, tuvo que abandonar el club de su vida pese a conseguir el ascenso a Primera División con Lucas Alcaraz en el banquillo. “Fue una decisión dura, pero siempre tuve claro que quería volver”, explica.
15 años después, el murcianismo ha vuelto a sonreír. No solo por la vuelta de Pedro León, sino por conseguir el ascenso a Primera RFEF la temporada pasada y ver el resurgir institucional de uno de los históricos del fútbol español después de tiempos oscuros. “El Real Murcia vuelve a ser un club serio y estamos en camino de devolverlo al lugar que se merece”, añade. Quinto en el grupo II de Primera RFEF, el equipo pimentonero sueña con volver al fútbol profesional español. Y quiere hacerlo con Pedro León de la mano. El muleño sabe sobradamente lo que es competir en la élite. Real Madrid, Eibar, Getafe, Levante y Valladolid han disfrutado de la clase del extremo diestro murciano durante las 14 temporadas seguidas que ha jugado en Primera División. Por el camino, aficiones y entrenadores como José Luis Mendilibar o José Mourinho han ido marcando sus pasos. En alguna ocasión, hasta tal punto que le han hecho sentir con fuerza otros colores aparte de los blanco y grana. “Me siento un ‘azulón’ más”, remarca el ‘León’. De hecho, en el Coliseum se dio su explosión como futbolista, cosa que permitió su desembarco en el Santiago Bernabéu, donde no acabó de cuajar con ‘Mou’ en el banquillo. Pese a ello, no se arrepiente de su decisión: “al Real Madrid no se le puede decir que no”. Su historia acabó siendo la de un jugador que se tenía que enfrentar semana a semana a la escopeta cargada de Mendilibar. O la de un delantero que se tenía que medir al ‘Cata’ Díaz en cada entrenamiento. Tras ello, Pedro León se dio cuenta de lo que siempre había querido: volver a su casa, el Real Murcia.
15 años después, se produce tu regreso. ¿Qué te lleva a tomar la decisión de volver al Real Murcia el pasado verano?
Dejar el club hace 15 años fue una decisión dura para mí, ya que justo esa temporada había conseguido el ascenso a Primera División con el equipo en el que siempre había soñado jugar, el de mi infancia, el de mi tierra. Ese año, además, mi aportación fue bastante buena, sobre todo en la primera vuelta, donde fui uno de los máximos goleadores del equipo. Sí que es cierto que en la segunda vuelta apenas conté para Lucas Alcaraz, y creo que en ese momento tanto mis agentes como mis asesores personales actuaron bien porque creyeron que lo mejor para mí era salir.
Hasta ahora no se habían dado las circunstancias para mi regreso, pero una reunión con el actual presidente del Real Murcia, Agustín Ramos, lo cambió todo. Me contó el proyecto que tenía y sobre todo me transmitió su voluntad de que el club volviera a ser serio, como lo fue en su día. Así pues, pese a que tenía varias opciones encima de la mesa para seguir en Segunda División, decidí que quería volver a casa. Se lo planteé a mi familia y, pese a que al principio les trastocó un poco, al final se acabó dando. Nuestra idea era instalarnos en Madrid. Por eso recalé en el Fuenlabrada el año pasado. Pero, a día de hoy, creo que no me he equivocado.
“Tuve una reunión con el presidente que me llevó a tomar la decisión de volver al club de mi infancia, el Real Murcia”
Y, sobre todo, Pedro León vuelve al Real Murcia porque Agustín Ramos seguramente le cuenta que el objetivo es devolver al club al fútbol profesional, ¿no?
En el mundo del fútbol es muy osado decir que el objetivo es ese cuando hay equipos que lo llevan intentando muchos años y no lo consiguen. Lo que veo es que hay un proyecto serio a corto y largo plazo. Y como yo tenía la necesidad de cumplir el deseo de volver al Real Murcia y aún me seguía sintiendo útil dentro del campo, sentí que era el momento de regresar. Hasta ese momento había sido imposible porque el club había pasado por muchos problemas. El fútbol decidirá si ascendemos o no. Hasta ahora las cosas están yendo bien, pero aún queda la mitad de liga.
¿Qué diferencias has notado en el club desde que lo dejaste allá por 2007?
Pues imaginaos, yo llegué a jugar en la Vieja Condomina dos años y la última temporada [06/07] ya inauguramos la Nueva Condomina [ahora el Enrique Roca]. Pero la diferencia más sustancial es que cuando yo dejé el club estaba en Primera División, por tanto, tenía unos mimbres que en Primera RFEF no tiene. Está claro que el Real Murcia como entidad sigue siendo igual de grande, pero dentro había otro nivel económico que le permitía tener más departamentos. Ahora sigue habiendo la misma ilusión de hacer las cosas bien y con gente que entonces ya estaba en el Real Murcia. De lo que sí que me he dado cuenta es de que la afición, después de todos estos años en los que ha sido duramente maltratada por los gestores que han pasado por el club, se ha unido más. Existe aún más sentimiento por el Real Murcia.
En cuanto a la actualidad del equipo, ahora mismo sois quintos (zona de play-off) en el grupo II de Primera RFEF, a seis puntos del Eldense (líder). El Real Murcia viene de conseguir el ascenso desde Segunda RFEF la temporada pasada. ¿Qué objetivo os marcáis para este año?
Al principio de la temporada había muchas expectativas puestas, sobre todo por los fichajes que había hecho el club, por el ascenso, por las 12.000 personas que fueron a la final de Alicante contra la Peña Deportiva… Pero es cierto que si te pones a mirar la plantilla hay gente que aún no había jugado en Primera RFEF, otros que veníamos de otras ligas, por lo que eso te hace valorar que hay que competir para conocer la categoría. Ahora ya llevamos 21 partidos, sabemos cómo va el equipo, el grupo y los jugadores que tenemos. Creo que el objetivo, a día de hoy, es seguir en la línea en la que estamos. Ojalá se nos dé para poder seguir en los puestos de arriba.
En el mundo del fútbol es muy complicado conseguir dos ascensos consecutivos. Pero a mí no me gusta hablar de la palabra ‘fracaso’. Hace un mes, parecía que el Castellón iba a subir de calle y ahora le cuesta ganar partidos. Los equipos de abajo también despertarán y la clasificación está muy apretada. Es una categoría muy complicada.
Esta temporada llevas ocho goles y te has convertido en el décimo máximo goleador de la historia de la entidad (18), unos guarismos envidiables. De hecho, ya es una de tus temporadas más prolíficas a nivel goleador. ¿Cómo te estás sintiendo a nivel individual?
Al inicio me encontré francamente bien a nivel individual. Marqué seis goles y estaba muy bien físicamente. Pero tuve una pequeña lesión que me obligó a estar tres semanas sin jugar. Me costó volver a coger ritmo y aún estoy en ello. Cuando ya tienes cierta edad te cuesta más que a un chaval de 20 años, pero creo que estoy en camino de volver al nivel que tuve hasta noviembre. Hace dos jornadas, tras la derrota ante el Eldense, pude ayudar al equipo con un doblete ante el Bilbao Athletic [3-1 en el Enrique Roca] y hace unos meses hice mi primer hat-trick como profesional ante la SD Logroñés. Había hecho algún doblete en Primera y en Segunda, pero tuve que bajar a Primera RFEF para marcar un hat-trick [risas]. Fue muy emotivo, sobre todo por la alegría que supuso para la afición. Aunque haya jugado en equipos importantes y haya hecho casi toda mi carrera en Primera División, quizá fue uno de los días más emocionantes de mi carrera.
Antes comentabas que el Real Murcia vuelve a ser un club serio. Y es que lo cierto es que la entidad ha pasado por tiempos aciagos: un descenso administrativo en 2014, una deuda de 50 millones de euros que le obligó a abrir una campaña para la supervivencia del club llamada ‘Hazlo Tuyo’ con jugadores y trabajadores sin cobrar. De hecho, tú mismo fuiste uno de los 21.000 accionistas que aportaron su granito de arena. ¿Cómo ves ahora la situación económica del club?
Pues es verdad que el Real Murcia sigue teniendo su deuda, pero la nueva dirección encabezada por Agustín Ramos está al corriente de todos los pagos. Y lo hace por sentimiento, cosa que le honra. Creo que en ese sentido están cumpliendo con todo lo pactado. Sobre la campaña ‘Hazlo Tuyo’, hice lo que pude desde la distancia. Pero, como he dicho antes, no es fácil jugarte tu patrimonio en una cosa que no sabes cómo acabará. Lo seguía, intenté ayudar económicamente y mediáticamente, sobre todo en las redes sociales, pero es verdad que al final cuando no puedes estar aquí (en aquel momento estaba en el Eibar), es difícil apostar más. La afición se echó a la calle porque unos gestores solo se dedicaron a malgastar. Por ser educado y no decir más de lo que hicieron. Ahora la entidad se está saneando gracias a las personas que han entrado. Eso es realmente lo positivo de la historia reciente del Real Murcia, porque no olvidemos que hace escasos tres años el club estaba al borde de la desaparición. Todos sabemos que el Real Murcia es el club más grande que hay en la Región de Murcia.
“La afición se echó a la calle porque unos gestores solo se dedicaron a malgastar. Ahora la entidad se está saneando gracias a las personas que han entrado”
Volvamos a retroceder a tu adiós del Real Murcia. El año de tu salida (2007) no te deben faltar ofertas. Sales sin poder cumplir el sueño de jugar en Primera División con el club de tu vida y recalas en el Levante para debutar en la élite con otro equipo. ¿Cómo se afronta una situación así siendo tan joven?
Fue una decisión muy dura para mí salir del Murcia. Venía de jugar varias veces con la sub-21 y realmente estaba muy ilusionado. Nunca me había ido de casa y hacerlo como lo hice fue muy complicado. Eso sí, tengo claro que acerté. El Levante era un club que estaba creciendo, debutó en Primera con solvencia y había proyecto detrás. Pero todo se rompe al mes y poco de estar allí. El presidente desaparece y de golpe aflora una deuda enorme que da paso a impagos y a huelgas. Me afectó, no os voy a engañar. Quizás no fue un debut soñado pero creo que me ayudó luego en mi carrera, aprendí y maduré mucho. Fue el peor año de mi vida jugando a fútbol. Pasábamos semanas sin entrenar, nos llegaron a cortar la luz en las instalaciones, tuvimos varios cambios de entrenador… No había presupuesto para nada. Hubo, incluso, huelgas externas a nosotros de la Liga por nuestra situación.
Uno de esos goles lo metes casualmente en la Nueva Condomina, aún con Alcaraz en el banquillo. El 2-3 en el 89’ para sumar un triunfo que el Levante hacía más de dos meses que no conseguía. ¿Fue para ti una revancha?
Deportiva, quizás sí. Lucas no fue justo conmigo. Después de tanto tiempo, pienso que la decisión no fue deportiva. Se van a cumplir 17 temporadas en breve de eso y aún no he encontrado ninguna explicación. Yo ahí era un crío [19 años]. El nivel de mi último año en Murcia creo que ya era bastante bueno. En la primera vuelta repartí seis o siete asistencias y también marqué varios goles. Incomprensiblemente, desaparecí de las titularidades y también de las convocatorias. He leído entrevistas de Lucas Alcaraz donde habla muy bien de mí, pero en ese momento lo que tenía que haber hecho era ayudarme a crecer. Su trayectoria desde aquello no fue realmente exitosa. A mí me hizo mucho daño en lo personal por tener que tomar una decisión que no quería. Yo tampoco había demostrado nada en el mundo del fútbol pero fue una manera de decir ‘Aquí estoy’, aunque tampoco creo que sea una revancha ni al Real Murcia ni a su afición. Tampoco lo sentí así en ese momento. La situación en el Levante era muy complicada y cualquier gol o punto era clave para nuestro futuro.
Llegas al Valladolid tras ese verano donde la plantilla del Levante se recoloca y firmas por cuatro temporadas. Pero acabas jugando solo una en Pucela.
Fue un año bonito. Tuve la suerte de conocer a José Luis Mendilibar, que influyó mucho en mi carrera. Aprendí muchísimo a nivel futbolístico. Creo que fue una gran temporada para mí y para el equipo, sobre todo hasta febrero. Pero acabamos luchando por no bajar en la última jornada, aunque por suerte salió todo bien. Entonces me llega la oferta del Getafe, que al Valladolid le iba muy bien económicamente. El Getafe venía de jugar una final de Copa del Rey y unos cuartos de la UEFA. A mi parecer, salimos ganando las dos partes. Y creo que acabó siendo una de las mejores decisiones que he tomado en mi carrera deportiva.
Año espectacular en el Coliseum. Nueve goles, nueve asistencias, el equipo queda sexto y se clasifica para la UEFA. Historia ‘azulona’. Soldado, Manu del Moral… ¿Consideras que es la temporada que marca el futuro a medio largo plazo de Pedro León?
Sí, quizás sí. Aunque sería injusto no decir que el año anterior en Valladolid no empieza a forjarse algo grande [cinco goles y nueve asistencias]. Creo que es la suma de los dos años la que me catapulta a Primera División. Fueron dos temporadas en las que me vi capaz de luchar de tú a tú contra muchos jugadores y también ante muchos equipos. Como sabéis, para jugar bien al fútbol la clave está en la cabeza y en la confianza en uno mismo… y esos dos años me dieron lo que necesitaba para seguir haciendo camino.
El del Getafe fue un año de mucho disfrute. Es verdad que si eres feliz fuera del campo lo transmites dentro, ya no en el fútbol, sino en la vida. Si le pones actitud y lo pasas bien, disfrutarás hagas lo que hagas. Y ese año nos pasó a toda la plantilla, fue bonito de principio a fin. Nos metimos en Europa y, sinceramente, lo recuerdo como el primer año que disfruté del fútbol profesional.
A raíz del año en el Coliseum, lluvia de pretendientes. Te acabas decantando por el Santiago Bernabéu. ¿Qué te ofrece el Real Madrid cuando contactan contigo? Porque luego las cosas se tuercen.
Tenía 22 años. Mi cláusula de rescisión era baja y era fácil que me pudieran venir a buscar. Sí es cierto que me llegaron varias ofertas, pero tal y como le dije a mi familia: “Al Real Madrid nunca se le puede decir que no”. Yo siempre he creído que es el club más grande.
Cuando contactan conmigo, el club me ofrece la posibilidad de ser uno más en la plantilla y de ganarme el puesto. Está claro que el Real Madrid siempre ha tenido a los mejores jugadores del mundo, pero yo sentía y pensaba que podía disputarle el puesto a mis compañeros. Me encontraba bien y con confianza. Hablé con Jorge Valdano y con Florentino Pérez y todo parecía ir perfecto. El problema fue que cerramos el acuerdo con Manuel Pellegrini en el banco, y cuando empieza el curso ya está Mourinho en su lugar.
¿Qué vestuario te encuentras a tu llegada? ¿Cómo se da tu aterrizaje entre la élite madridista? ¿Consideras que tuviste que lidiar con muchos egos?
Recuerdo mucha ilusión. En tres años, había pasado de ver a Kaká ganar un Balón de Oro y levantar una Champions League desde el sofá, a ser compañero suyo. Ya había otros superclase como Cristiano, Benzema y compañía, pero os hablo de Kaká porque era mi ídolo de pequeñito. Llegué con muchas ganas, asumiendo que venía haciéndolo muy bien, pero con la humildad de saber que yo en ese vestuario aún no era nadie. Llevaba dos años buenos en Primera pero había compañeros con una carrera profesional mucho más prolongada y exitosa. Sabía que si quería conseguir algo tenía que ser a base de trabajo y sacrificio, pero me veía dispuesto a hacerlo. Además, me encontré con un vestuario muy sano, sin mucho ego.
Hablemos del jefe: Jose Mourinho. Vuestra relación no fue la mejor. De hecho, en una rueda de prensa llegó a decirle a los periodistas: “Habláis de Pedro León como si fueras Zidane o Maradona”. ¿Qué pasó con él?
Influye mucho que cuando yo llego al acuerdo con el Real Madrid es Pellegrini el que está al mando. Todo cambia cuando el Inter gana la Champions League y el club decide cesar a Manuel y fichar a ‘Mou’. Y claro, lo que quería Pellegrini no tenía por qué coincidir con lo que buscaba ‘Mou’. Así es el fútbol. Podría haber pasado a los tres meses, pero esta vez pasó antes de empezar la temporada.
Recuerdo que al inicio todo estaba bien con él. Participaba prácticamente en todos los partidos, incluso en Champions (cuatro partidos y un gol ante el AC Milan), pero a raíz de esa rueda de prensa todo se trunca. Han pasado tantos años y se ha hablado tanto, que ya no sé qué pensar. Pasó lo que pasó. Es una situación sobre la que prefiero no profundizar porque no fue para nada bonita para mí. Me quedo con el trato de toda la directiva, desde Florentino hasta el último trabajador del club, pasando por todos los compañeros. Ojalá hubiera salido mejor a nivel deportivo. Yo no guardo nada de rencor al club. Todos sabemos la grandeza que rodea a la entidad y lo difícil que es triunfar allí.
“El Madrid siempre ha tenido a los mejores jugadores del mundo, pero yo sentía que podía disputarles el puesto. El problema fue que cerramos el acuerdo con Pellegrini en el banquillo, y cuando empieza la temporada ya estaba Mourinho en su lugar”
Tras tu infructuosa etapa en el Madrid, vuelves al Getafe cedido. ¿Te costó aceptar que tenías que salir del club blanco sin haber gozado de las oportunidades que merecías?
No es que no estuviera conforme, pero yo me sentí partícipe al principio del año. Y en el mercado de invierno recibí ofertas de equipos de nivel mundial y Mourinho no me dejó salir. En la segunda parte del curso, no participé nada. Y, claro, un chaval joven que viene con ganas de comerse el mundo y de hacerlo bien, no encaja bien que no le dejen jugar… ni salir en busca de minutos. Ese verano, y tras haber desaparecido de los esquemas del míster, ya no vienen grandes clubes a buscarme. Había ofertas de equipos de nivel medio, una de ellas la del Getafe. Y no me lo pensé. Me llamó Ángel Torres, con el que mantengo una gran relación, y decidí volver.
Ahí es cuando realmente me llega ese sentimiento de pertenencia al club. Puede sonar muy romántico, pero me enamoré del Getafe, me convertí en un ‘azulón’ más. Me hicieron sentir como en casa y muy querido. Siempre he notado ilusión y esperanza en las gradas cuando saltaba al terreno de juego. Y esa confianza, por decirlo así, se disparó cuando escogí el Coliseum como destino tras pasar por el Real Madrid. Lo siento así, sin más. No creo que crucemos más nuestros caminos ni durante lo que me queda de carrera ni después, pero lo digo sin tapujos: es el club que deportivamente más me ha dado, incluso más que el Real Murcia, de momento [risas].
Y ya para cerrar la etapa ‘azulona’, llega la frustración y el dolor del descenso. 19ª posición (36 puntos), y además la caída se materializa en la última jornada. ¿Era un descenso esperado o os cogió desprevenidos?
Fue muy duro. La mayor desgracia de mi carrera. Cuando tienes sentimientos hacia un club y eres uno de los responsables de que baje de categoría, duele mucho. Durante el año no estuvimos nada bien. No hubo regularidad y la imagen tampoco fue buena. En la última jornada, tras haber cambiado la dinámica con la llegada de Esnáider, necesitábamos empatar en el Villamarín y no fuimos capaces [2-1]. Fue caótica ese final, con otros tres rivales metidos en la pomada: Granada, Sporting y Rayo. Nos habíamos visto descendidos mucho antes, pero estuvimos muy cerca de salvarlo. Antes de jugar contra el Betis estábamos convencidos de poder sacar el punto que nos hacía falta, pero nos despistó el recibimiento que nos dio la afición rival. Ellos no se jugaban nada y el ambientazo era espectacular. Obvio que tenían que ganar su partido como si fuera cualquier otro, pero entre el recibimiento del autocar y el llenazo del Villamarín, nos vinimos algo abajo.
“Puede sonar muy romántico, pero me enamoré del Getafe. Me convertí en un azulón más. Es el club de mi carrera deportiva”
Con el descenso ya consumado, toca cambiar de aires. ¿Por qué Eibar? ¿Influyó mucho Mendilibar?
Después de la catástrofe de Sevilla vuelvo a Madrid y los primeros días son muy jodidos. Fue entonces cuando hablo con el presidente y decidimos, de mutuo acuerdo, mi salida. Y por casualidades de la vida, al día siguiente me llama Mendilibar y me pregunta qué voy a hacer. Siempre he tenido una gran relación con él, de hecho, siempre nos hemos ido llamando cada dos o tres meses, así que en cuanto me ofrece la opción de juntarnos, acepto sin pensarlo. Porque si al Real Madrid no se le puede decir que no, a un amigo aún menos. Lo cierto es que el estilo de Mendilibar nos va de fábula a los extremos. Pero su clave es el día a día, la constancia, la cultura del trabajo, la intensidad con balón, el sacrificio, la presión en campo rival, la gestión del vestuario… Jamás entrenábamos sin balón con él. Siempre le dio mucha importancia al físico y, sin ir más lejos, el tiempo le ha dado la razón.
Hace unos años te entrevistó El Mundo y dijiste lo siguiente: “Si Mendi se va del Eibar, tendré que buscarme otras opciones”. Es el técnico que más y mejor te conoce, sin duda. ¿Es el mismo que el que te encuentras en Valladolid?
Voy al Eibar por él, eso es así. Yo he sido muy feliz en Ipurúa, por compañeros, por la directiva, la afición, la presidenta Amaya… Pero yo llego por ‘Mendi’. Esa frase la digo al final de la primera temporada. Fue un primer gran año en lo personal y también en lo colectivo. 11 goles y 5 asistencias para acabar en el top-10 de la Liga, pero el míster acababa contrato y la negociación para renovar con el club se alarga más de la cuenta. Si él no llega a renovar, a mí me hubiera costado seguir. De hecho, sin él, mi primera opción hubiera sido salir. Dicho esto, juraría que me encuentro al mismo José Luis Mendilibar, pero con siete años más y algo más de canas [risas]. La misma idea, el mismo estilo de juego y el mismo carisma. Estaba feliz de volver a reencontrarme con él y de ser importante, puesto que en su esquema los jugadores de banda han sido siempre clave.
“Cuando me llama el Eibar acepto sin pensarlo. Al Real Madrid no se le puede decir que no, pero a un amigo como Mendilibar aún menos”
Y a partir de aquí, vienen otros dos buenos años para el Eibar (9º con 51 puntos en la 17-18 y 12º con 47 puntos en la 18-19), pero son dos años de calvario para ti con lesiones y recaídas.
Cuatro operaciones en unos 18 meses fueron muy duras. Me recuperé varias veces pero acababa recayendo por algún lado y no había manera de conseguir regularidad. Primero fue una lesión en la rodilla, aunque no revestía gravedad, pero se complicó. Me tuve que operar dos veces y a los seis o siete partidos de volver tras seis meses de inactividad, vuelvo a lesionarme, esta vez de la fascia, que se me alargó hasta la siguiente pretemporada. De hecho, me siguió dando problemas y tuve que pasar otra vez por quirófano. Y tras esto, aparece la hernia en la espalda con su consecuente operación. Así que hasta enero de 2019 no consigo volver a estar en un estado, más o menos, óptimo para competir. No quiero ser injusto. La presidenta y el club se portaron de ‘diez’ conmigo, porque no es nada fácil mantener a un jugador durante un año y medio y tratarlo como uno más. Todos sabemos cómo es el deporte de alto rendimiento y estos gestos son de agradecer.
Y vivir algo así, ¿cómo se gestiona? En otras palabras, ¿te llegaste a plantear tu retirada?
Pues os mentiría si os dijese que no pensé en que no volvería a jugar. Porque era una recaída detrás de otra, una operación que no quedaba bien, que si la planta, que si la espalda… Después de 18 meses, te da por pensar que va a ser siempre así. Pero después de la operación de la espalda no volví a tener problemas de nada. Y el hecho de entrenar sin dolor, como pasó en enero de 2019, hizo realmente que aparcara esos pensamientos.
Y después de superar todo este calvario de lesiones, en la 20-21 se consuma el descenso a Segunda. Los caminos de Pedro León y Mendilibar en el Eibar se separan. ¿El fin de un cuento maravilloso, no?
En lo personal, el último año en el Eibar, aparte del descenso, no fue bueno. Mendilibar, que es una persona con la que sigo manteniendo una amistad muy buena, dejó de contar conmigo. Tuvimos una charla antes de empezar la temporada porque yo terminaba contrato y él me dijo que le gustaría que siguiese en el club. Así que yo renové porque Mendilibar me transmitió que quería que siguiese. Para un jugador profesional no es fácil porque había sido un entrenador que siempre había confiado en mí. Yo quería jugar y rendir. Pero él creyó que ese año yo no podía ayudar mucho sobre el campo y me tuve que aguantar. Aparte, ese año terminó fatal, con el descenso.
“Cuando pasé todo el calvario de lesiones en el Eibar pensé que no volvería a jugar”
Cuando acabas tu ciclo en el Eibar decides bajar una categoría y volver a Segunda, después de 14 años en la élite del fútbol español. ¿Por qué Fuenlabrada?
Mi objetivo era seguir en Primera División, pero solo me llegaron ofertas de Segunda. Evidentemente, se crearon muchas dudas en torno a mí. Porque todo el mundo conocía mi relación con Mendilibar y, si no jugaba con él, era porque algo pasaba después de dos años de lesiones. Tenía 34 años, tres hijos, y es verdad que nuestra idea era volver a Madrid. Estuvimos valorando varias ofertas que tuve de equipos de fuera de la capital, pero al final decidimos que lo mejor era volver y el Fuenlabrada fue el mejor destino. Yo no necesitaba más: competir y sentirme querido en un equipo. El ‘Fuenla’ me dio esas dos cosas y creo que hice un buen papel allí.
Tú, en particular, has vivido cuatro descensos: Levante, Getafe, Eibar (en Primera) y Fuenlabrada (en Segunda). ¿Cómo se gestiona eso?
Es muy jodido bajar. Pero, estadísticamente, si te pones a mirar, bajan tres. Y hay diez en Primera que es muy difícil que bajen. Después de tantos años en el fútbol profesional, algún día me tenía que tocar. No me gusta pensar en ‘fracasos’ porque para mí el fracaso es no intentarlo o no dar lo máximo. Y es verdad que cuando no se consigue es una desgracia deportiva y personal. Pero no un fracaso.
Eso sí, gestionar cuatro descensos es duro, muy duro, aunque sí que es cierto que se dieron de forma distinta. Por ejemplo, me afectó mucho el del Getafe porque jamás en la vida pensé que el ‘Geta’ pudiese bajar. Llevaba muchos años en Primera y yo sentía mucho el club. En el Levante la situación era agónica por temas de deudas e impagos. En el Fuenlabrada se veía venir y fue menos traumático, aunque también dolió. Y en el Eibar, después de estar esos cuatro años con Mendilibar pasando momentos duros por las lesiones y demás, el descenso también fue muy jodido. Pero siempre tienes que pensar que el fútbol te va a dar otra oportunidad.
Y ahora se cierra un ciclo. Un niño que soñaba con jugar en el Real Murcia, un histórico del fútbol español, vuelve a su casa 15 años después. ¿Sientes que tu etapa en el club será la última de tu carrera?
Para mí es muy bonito porque lo deseaba así. Está claro que si pudiese haber soñado algo, el único hándicap hubiese sido jugar con el Real Murcia en Primera División. Es verdad que ahora está en Primera RFEF, pero la idea es devolverlo al lugar que se merece. Aunque, como he dicho anteriormente, es muy aventurado decir si va a ser este año, el que viene o el otro. Pero ojalá se cumplan todos los requisitos para que el Real Murcia esté en el fútbol profesional. Por historia, por club y por afición.
Y sí, el Real Murcia es mi último club. Yo aún me sigo sintiendo bien física y mentalmente y con ganas de competir. Si puedo jugar en una liga superior en el mundo profesional, pero decido bajar a una liga inferior en la que nunca había jugado, lo hago solo porque realmente siento que este club es mi casa. Y porque realmente es el club con el que soñaba cuando era pequeño. Lo hago por sentimiento, no por otra cosa. Nunca me he movido por dinero. Por eso siempre he sido feliz jugando a fútbol, y eso no tiene precio.
Y, evidentemente, este no será mi último año, a no ser que ocurra alguna desgracia. Toco madera. Hasta que crea que puedo seguir ayudando dentro del campo al Real Murcia, continuaré jugando. Empecé aquí y terminaré aquí.
Fotografías del Real Murcia y de Getty Images.
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