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La Galerna

·13 de octubre de 2024

Ponga un Negreira en los medios

Imagen del artículo:Ponga un Negreira en los medios

El Madrid está viviendo su, quizá, periodo exitoso más largo y próspero en todos los ámbitos del Club, que incluye, obvio, la faceta más importante: la deportiva. Cada título, sobre todo cada Champions, es una punzada en el alma del antimadridismo.

El enfado que producen los continuos triunfos blancos se ha visto agravado por un hecho incontrovertible: quien hacía trampas no era el Madrid, como siempre han sostenido los antis, sino el Barça, entidad enarbolada por ellos como adalid y ejemplo de conducta moral y deportiva.


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Cuando a alguien se le derrumba aquello en lo que había creído siempre, la primera reacción es la negación. No pocos han quedado atrapados ahí y no han sido capaces de asumirlo aún. Quienes lo han aceptado, se han enojado. Mucho. Principalmente con ellos mismos, por haberse tragado una falacia durante tantos años. Pero su orgullo no les permite reconocerlo públicamente, de modo que proyectan esa ira contra su enemigo: el Madrid.

La consecuencia es el afán de venganza y, como el Real es tan grande, su némesis también lo es, y tiene en funcionamiento constante una ingente maquinaria que busca al microscopio cualquier asunto, por ínfimo que sea, para atacar al club de Concha Espina, sin que la veracidad de la acusación sea requisito indispensable para su utilización. Sucede continuamente y estos días pasados sirven como ejemplo perfecto.

El antimadridismo tiene en funcionamiento constante una ingente maquinaria que busca al microscopio cualquier asunto, por ínfimo que sea, para atacar al club de Concha Espina, sin que la veracidad de la acusación sea requisito indispensable para su utilización

Primero fue que al Madrid de baloncesto le iban a desposeer de dos títulos merced a un turbio asunto con el pasaporte de Slaughter. El conato de escándalo duró menos que una tormenta de verano en Mercurio, donde ni hay verano ni hay agua. El Madrid, de momento, no expide pasaportes. Habría sido un hito de la ignominia que al Madrid le hubiesen quitado un par de trofeos por haber sido la víctima en el tema Slaughter (recordemos que la orden de detención fue contra el jugador y no contra nadie del Club) y al Barça no solo no le hayan desposeído de ningún título, sino que rápidamente se encargaron en hacer público —vía Tebas— que comprar la cúpula arbitral durante años está feo, pero que ha prescrito —lo prescribieron— y no va a tener consecuencia deportiva alguna.

Después asistimos al bochornoso espectáculo de la licencia del Bernabéu. He aquí los titulares de tres medios de comunicación:

El País: «El Real Madrid opera con una licencia caducada tanto para los conciertos como para el fútbol».

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Relevo: «El Madrid ha funcionado durante 23 años con una licencia caducada».

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El Confidencial: «Nueva denuncia: el Bernabéu celebró los conciertos con una licencia caducada de hace 23 años».

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Estos medios se tomaron la licencia de dar por sentado que el Bernabéu no contaba con la ídem. Todos los titulares comunicaron como un hecho que el Real Madrid carecía de ella. Ninguno de ellos tuvo la precaución de confirmar la veracidad o anteponer en el titular un «Según la Asociación Vecinal de Perjudicados por el Bernabéu». Sería interesante conocer en qué parte del Libro de estilo de El País se recomienda actuar de este modo.

Lo primera reacción de los madridistas con los que hablé fue de extrañeza: «qué raro que esto sea así, tengo muchas dudas de que sea posible, aunque los titulares son tajantes. Si se confirmara, tendrían que depurarse responsabilidades».

El grandioso escándalo volvió a quedarse en nada. Tanto el ayuntamiento como el Club desmintieron ese mismo día que el Madrid estuviese operando sin licencia de funcionamiento.

¿Alguna disculpa o rectificación? Pueden esperar sentados. Nadie se preocupó de contrastar la noticia con todas las partes. Después del jarro de agua fría para el antimadridismo, cabe destacar la reacción de Relevo.

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Una vez confirmado el bulo de que el Bernabéu no tenía licencia, Relevo tuvo el cuadradismo gonadal de publicar que «El Ayuntamiento desmiente a los vecinos y afirma que el Bernabéu cuenta con licencia de funcionamiento». Es decir, afirmaron que a quien desmintió el ayuntamiento fue a los vecinos, no a ellos, que en su titular dieron por buena la mentira. Sublime acto de trilerismo informativo.

Lo grave es que para estos medios la verdad no importa, hay, al menos, dos aspectos que les merecen mayor consideración: la difusión de su mensaje y los clics, las visitas. ¿Qué importancia tiene que no sea cierto que el Bernabéu no tuviese licencia de funcionamiento en vigor si la noticia ya ha sido compartida en todo el mundo y millones de personas se han quedado con esa idea en la cabeza?

El relato lo es todo, y más en los tiempos que corren donde la opinión pública se moldea a base de flashes teledirigidos sin contraste ni explicación alguna porque además casi nadie se tomaría la molestia de leerla.

El antimadridismo lo sabe y actúa en consecuencia. Los hechos son evidentes: no dejan de publicarse bulos que afectan al Madrid mientras se silencian o se minimizan las noticias negativas que afectan al FC Barcelona. Por este motivo, en la sociedad de hoy es tan importante un Negreira en los medios como en el CTA. Es imprescindible disponer de personas en puestos clave, contar con su favor, a cambio de lo que corresponda en cada caso, para imponer su relato.

El relato lo es todo. Por este motivo, en la sociedad de hoy es tan importante un Negreira en los medios como en el CTA

Cualquier ser humano adulto provisto de un teléfono con conexión a internet puede averiguar en poco tiempo si el Bernabéu dispone o no de licencia. Los medios, y quienes están detrás, lo saben, y aun así publican algo que horas después se demuestra falso. Como se ha dicho antes, da igual, el objetivo está cumplido, el mensaje ya ha calado. Sin embargo, asuntos como el narrado por Jaume Llopis, exdirectivo del Barça que afirmó que uno de los inversores del Espai Barça es un narcotraficante chipriota, ha pasado sin pena ni gloria desde marzo de este año. No sabemos si es cierto o falso, aunque provenga de una fuente interna, porque ni siquiera se han molestado en investigarlo. Como no es contra el Madrid, no vende.

Tres cuartas partes de lo mismo sucedió cuando Bassat, excandidato a la presidencia del Barça, afirmó en una entrevista en Marca que una persona importante del club le soltó que no podía ser presidente porque no sabía comprar a un árbitro. Como ya suponen, quien le estaba realizando la entrevista, en lugar de ahondar en tamaño filón, prosiguió preguntándole por asuntos con el mismo interés que la vida marital del rape en ausencia de Netflix.

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Tampoco tuvieron repercusión mediática aquellas declaraciones de Alfons Godall, vicepresidente del FC Barcelona, donde sostuvo que «La buena relación de Laporta con los comités de árbitros ayudó (…). Tenemos que estar al lado de las entidades en las que se ejerce el poder y no darles la espalda. Recuerdo que en su día Laporta lo tuvo clarísimo. ¿A qué presidente apoya Florentino? A Gerardo González. Entonces al Barça le conviene apoyar a Villar y tener una buena relación con la federación, donde se cuecen los comités de árbitros, la competición y la Liga de fútbol (…). Creo que Laporta cultivó mucho, y muy a fondo, las buenas relaciones con estas instituciones y eso nos ayudó».

¿Por qué ocurre esto? Porque el antimadridismo mueve mucho dinero e interesa más publicar cualquier cosa, aunque sea falsa, contra el Madrid que cualquier noticia, aunque fuere verdad, que afecte al Barça. Lo del Negreira de los medios.

El antimadridismo mueve mucho dinero e interesa más publicar cualquier cosa, aunque sea falsa, contra el Madrid que cualquier noticia, aunque fuere verdad, que afecte al Barça

Se acusa siempre a Florentino de mover los hilos, pero a poco que uno observe la realidad es complicado sostener ese mantra. El CTA lo integran los mismos, y sus descendientes, que lo conformaban mientras Negreira era vicepresidente y cobraba millones de euros del Barça; la LFP la preside Tebas, enemigo acérrimo de Florentino; la UEFA la dirige Ceferin, lo mismo aplica; Soler fue actuando ora en el Barça, ora en el CSD para, entre otras cosas, allanar la prescripción de los pagos a Negreira; el anterior presidente de la RFEF hacía negocios con el capitán en activo del club azulgrana incurriendo en un conflicto de intereses solo menor que el mayor de todos: que el realizador de los encuentros y proveedor de imágenes de la sala VOR sea avalista del FC Barcelona. En cualquier país civilizado esto último llevaría tiempo judicializado.

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Este clima abona una sensación de impunidad en el antimadridismo en general y en el barcelonismo en particular que puede ser el pecado por el cual se cuele un ápice de Karma.

El ejemplo lo tenemos en Freixa, que no ha tenido empacho en confesar en diferentes escenarios el delito —ya demostrado, hay facturas— cometido por el Barça al abonar dinero a uno de los jefes de los árbitros. El Madrid ha estado ágil y le ha pedido al juez que le eche un ojo.

Disculpen el chiste pésimo, pero quién sabe si en próximas Navidades no brindaremos con una copa de Freixanet.

Getty Images.

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