Soy Referee
·21 de marzo de 2024
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·21 de marzo de 2024
A mediados de los 90, en el histórico América de Leo Beenhakker, jugaba Juan Hernández, un lateral de gran marca, pero de nulo aporte en el ataque por la imprecisión de sus servicios. En pocas palabras, era un futbolista incompleto.
El técnico neerlandés encontró un remedio muy simple para arreglar ese problema. Al final de cada entrenamiento, le ordenó a Hernández centrar al menos 20 veces. Las Águilas entrenaban cinco veces a la semana, así que al final eran 100 prácticas de centros antes de un partido.
¿Le funcionó a Beenhakker su decisión? Por supuesto que sí. De hecho, funcionó tanto que Juan Hernández tuvo un temporadón y fue uno de los elementos clave en aquel América demoledor.
Cuando se recuerda el remedio que usó Beenhakker con Hernández es sencillo darse cuenta de que no se necesita ciencia avanzada para que un futbolista mejore en algún punto en el que sea débil. Pero también es ahí donde uno se pregunta cómo es posible que ningún entrenador haya puesto a Uriel Antuna a practicar centros una y mil veces si es necesario.
El partido de Antuna contra Panamá fue un concierto de centros tan imprecisos como desesperantes. Pero no es la única vez que le ha pasado, de hecho es algo normal, ya sea en su club, Cruz Azul, como en la Selección Mexicana.
Antuna tiene grandes condiciones, no por nada es capaz de aislarse con el balón prácticamente cada vez que se le pega la gana, sin embargo de nada sirve si sus centros son errados.
Antuna pasará de ser un jugador limitado y desesperante a uno fundamental para su club y para el Tricolor.
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