FutbolPremium.com
·25 de enero de 2025
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Antonio Rüdiger ha emergido como el guardián imprescindible del Real Madrid en una temporada marcada por la fragilidad defensiva. Cuando las lesiones de Militao y Alaba amenazaban con desmantelar la retaguardia blanca, el central alemán se ha convertido en el pilar inquebrantable sobre el que Ancelotti sostiene sus esperanzas.
Su historia es la de un suplente que se transformó en líder. El 17 de diciembre de 2023, tras la lesión de Alaba, Rüdiger pasó de ser el tercer central a convertirse en el eje fundamental de la defensa merengue. Un desafío que ha asumido con una responsabilidad y profesionalidad ejemplares.
La metamorfosis de Rüdiger incluye una estrategia casi quirúrgica para mantenerse disponible. Ha reducido drásticamente sus amonestaciones: de siete tarjetas amarillas antes de la lesión de Alaba a apenas cuatro en toda la temporada. Su disciplina táctica le ha permitido estar casi permanentemente en el campo.
Pero su compromiso va más allá. El defensa ha implementado un meticuloso plan de cuidado personal que incluye reformar su propia casa para construir un gimnasio con cámara hiperbárica y piscina fría. Todo con un objetivo: minimizar el riesgo de lesiones en una temporada donde cada central era un recurso precioso.
Su impacto es innegable. Ha disputado 32 de los 33 partidos del Real Madrid, convirtiéndose en el único central estable en un curso plagado de contratiempos. Ancelotti lo sabe y no duda en reconocerlo públicamente, como demostró con el emotivo abrazo tras el partido contra la Atalanta.
Las estadísticas hablan por sí solas. Su única baja de 23 días dejó al descubierto lo fundamental que se ha vuelto: en su ausencia, el Madrid debió recurrir a combinaciones defensivas improvisadas con Nacho-Carvajal (Atlético), Tchouaméni-Carvajal (Girona) yTchouaméni-Nacho (Leipzig y Rayo).
Rüdiger no solo juega, lidera. Ha gestionado incluso sus compromisos con la selección alemana con una diplomacia que le permite mantener su rendimiento al máximo nivel. Un profesional que ha convertido la necesidad en virtud, transformándose en el escudo de hierro que protege al Real Madrid en sus momentos más vulnerables.
La temporada aún no termina, pero una cosa parece clara: sin Rüdiger, el proyecto blanco tendría un panorama muy distinto.