REVISTA PANENKA
·7 de agosto de 2020
REVISTA PANENKA
·7 de agosto de 2020
El ser humano necesita, muy a menudo, que le den las cosas ya masticadas. Llegar a conocer por el sendero más corto, incluso sin realmente lograr aprender. Autores como Walter Lippman ya decían que las imágenes mentales son construcciones sociales que actúan como un simple atajo. ¿Y qué manera más cómoda de descifrar un país que con sus tópicos? Si hay alguno que vive de ellos, literalmente, es Italia. Que si la pizza, que si la pasta, que si la seducción, que si la moda, que si el café… Sin embargo, hay dos estereotipos que le van como anillo al dedo a nuestro protagonista. Dicen que en el país transalpino cada rincón podría ser una maravilla del mundo. También comentan que, si el calcio es una pasión multitudinaria, las bancarrotas y las refundaciones son el deporte nacional. Pues bien, en Spezia saben muy bien de ello. Si no han oído hablar de ella no se preocupen. Hagan el ejercicio de buscarla en Google y queden boquiabiertos. Sin embargo, lo que ilustran la mayoría de fotos no es precisamente Spezia, sino distintos pueblos de la Cinque Terre, en la bellísima región de Liguria, una joya mediterránea anclada en la escarpada costa del noroeste del país. Spezia se trata, pues, de una de las ciudades más importantes de la zona, de gran tradición marina. A medio camino entre Génova y Livorno, y con Pisa a escasos 75 kilómetros, concentra a unos 93.000 habitantes. ¿Y qué tiene de especial Spezia? Pues que su equipo de fútbol, con más de cien años de vida, no ha militado jamás en la Serie A, aunque ahora lo tiene más cerca que nunca. La suya es una historia de tropiezos y desengaños que quiere, al fin, escribir su capítulo más feliz. Buscando la identidad Golpe tras golpe, los tifosi ‘spezzini’ han aprendido a conformarse con poco. Hacía tiempo que no eran tan optimistas, y el equipo les ha dado sus motivos. A las puertas del play-off, se conjuran a sabiendas de haber sido el tercer mejor conjunto de la Serie B, tan solo por detrás del imparable Benevento y del Crotone, ambos ya ascendidos. Subir, al fin, a la Serie A podría parecer una exigencia, pero los seguidores de las ‘águilas’ lo tienen claro: “te dicen que ya has hecho historia, que nunca antes se había quedado tercero, que jamás lo olvidarán”, cuenta Salva Ferrer, futbolista catalán que luce la camiseta blanca y los pantalones negros del Spezia. Aunque el sentimiento general es que están a nada de un premio, un sector más reducido aprieta. “Sostienen que no puedes fallar, que nunca se ha subido y está a tiro”, confiesa el futbolista de Martorell, que admite que este tipo de tifosi “son muy necesarios a veces”. Repasando la vida del club, fundado en 1906, queda claro que ir más allá de la Serie B no puede ser otra cosa que una recompensa a tanta paciencia. El Spezia, como tantos otros clubes italianos, tampoco se ha salvado de una existencia convulsa e inestable. El pequeño estadio Alberto Picco, de poco más de 10.000 localidades, ha visto de todo en sus 100 años recién cumplidos. Y vaya si ha visto cosas. Tuvieron que pasar casi 60 años para que la federación italiana les reconociera el ‘Scudetto’ conquistado en 1944. La verdad sea dicha, se trata de un título honorífico: la Segunda Guerra Mundial entorpeció al fútbol, que apañó la situación con unos campeonatos regionales en los que el Spezia acabó imponiéndose. Tan excepcional era la situación que, de hecho, no compitió el club en sí mismo, sino que la Brigada de Bomberos de la ciudad lo hizo con los jugadores de las ‘águilas’. Los tifosi también pudieron ver, hace ya casi un siglo, al cuadro ‘spezzino’ en la máxima categoría, de 1921 a 1925, cuando la primera división aún no se asemejaba al sistema actual de la Serie A, nacida poco después, en 1929. Muy atrás quedan ya las páginas doradas del club, cubiertas de polvo. Sin embargo, la realidad es, mal les pese, mucho más cercana al ostracismo. Tuvieron que pasar casi 60 años para que la federación italiana les reconociera el ‘Scudetto’ honorífico conquistado en 1944 La actual es la 31ª temporada del Spezia en la categoría de plata del calcio. Aún más cursos se ha visto a los de Liguria en el tercer escalón nacional, hasta 40. Tampoco son pocas las ediciones de la cuarta división que ha completado, alcanzando a las 19. Peldaños lejos de la élite la mayor parte de su vida. Y tiene una explicación: el Spezia Calcio ha pasado por escisiones, reunificaciones, un par de bancarrotas y un par de refundaciones. La última, en 2008, les relegó hasta la Serie D, la quinta categoría estatal. Fue entonces cuando los de blanco dijeron basta y se propusieron hacer las cosas bien. Gabriele Volpi, uno de los hombres más ricos del país, puso el dinero encima de la mesa para abandonar la oscuridad. En ese momento empezó el ascenso meteórico, llegando a la Serie B en 2012, 55 años después de su última aventura en la categoría. Desde entonces, las ‘águilas’ han encadenado buenas temporadas, convirtiéndose en un equipo habitual de los play-off. Hacer bien las cosas Pese a estar abonados a los puestos de privilegio los últimos cursos, en Spezia aún no han conseguido saborear las mieles del éxito. Aun así, este es el año en el que su candidatura reúne más argumentos. “Nuestro pensamiento es ir a acabar lo que hemos conseguido”, determina Salva Ferrer. El ‘21’ ‘spezzino’ refleja la ambición de una plantilla que las pasó canutas a principio de temporada. Cumplida la mitad de la primera vuelta, los de Vincenzo Italiano estaban hundidos en la clasificación: penúltimos con tan solo tres victorias en 12 jornadas. “Somos conscientes de dónde estuvimos y lo difícil que era salir de allí, y no queremos tirarlo a la basura”, confiesa el joven lateral, de 22 años. Tampoco fueron meses agradables para el catalán. Recién llegado de Tarragona -debutó con el primer equipo del Nàstic, se asentó en la defensa titular, aunque acabó descendiendo a Segunda B- en busca de seguir demostrando su valía, no contaba apenas para el míster. “¿Qué estás haciendo? Eres el gato negro. Si todos los años tienen que ser así, mejor que lo dejes”, retumbaba en la mente de Salva. Fue entonces cuando las caprichosas dinámicas del fútbol dieron la vuelta, el lateral diestro se afincó en el once y el Spezia empezó a mirar arriba: 13 jornadas sin conocer la derrota. “Pasamos de ser penúltimos a ser segundos en los partidos que yo jugaba. Te sientes totalmente orgulloso, eres parte del cambio”, recalca el martorellense. Las caprichosas dinámicas del fútbol dieron la vuelta, Salva Ferrer se afincó en el once y el Spezia empezó a mirar arriba: 13 jornadas sin conocer la derrota La buena mano del entrenador ‘spezzino’ fue vital. Se tuvo paciencia con Vincenzo Italiano, -de 42 años y llegado en verano, después de llevar al Trapani hasta la Serie B– y tuvo efecto. El técnico ha optado por asemejar la imagen de las ‘águilas’ a la de equipos como el Atalanta o el Sassuolo, aunque lo tienen más difícil que en la Serie A. “Es un fútbol que en la Serie B cuesta más de ver”, explica Salva sobre la propuesta de Italiano, de quien dice que es “un entrenador muy español”. El transalpino, que a diferencia de muchos de sus colegas pone la pelota por delante del físico, sabe exprimir a sus pupilos: “Ha sido muy duro conmigo. Cuando ve que un jugador te puede ofrecer más, le aprieta para que saque todo su potencial”. Y vaya si lo ha sacado todo de sus muchachos, entre quienes destacan el veterano Terzi, capitán a los 36 años, un renacido Scuffet bajo palos, o Bartolomei en la media, otro de los pilares. La experiencia está perfectamente acompañada de una juventud que empuja, con Mayore, los gemelos Ricci, Martin Ertlic o Sveinn Aron Gudjohnsen -retoño del mítico Eidur- reclamando ya galones. Sin una referencia clara arriba, pues Gyasi y Ragusa han cosechado ocho tantos, el ofensivo 4-3-3 ha echado el resto. El Spezia quizás no llega en plena forma a las eliminatorias, ya que la vuelta del parón por el coronavirus ha empañado sus números, aunque de los cuatro contendientes, son los mejores clasificados. Contra la experiencia Por varias promociones que hayan jugado en los últimos cursos, en Liguria saben que las fuerzas se igualan y que todo puede ser una lotería. De poco vale el tercer puesto cosechado por el Spezia. El sábado 8 de agosto, los de Italiano miden sus fuerzas a domicilio con el Chievo Verona en una de las semifinales, a ida y vuelta. “Llegados a este punto, el juego y la calidad pasan a ser una cosa secundaria. Aquí importa la experiencia, y de esto sabe bien el Chievo”, avisa Salva Ferrer sobre su rival, un clásico de la Serie A que acabó la liga en sexto lugar. De pasar a la deseada final del play-off, también a doble partido y prevista para el 16 y 20 de agosto, el Spezia se vería las caras con el Frosinone o el Pordenone. El lateral catalán tiene claras sus preferencias: “espero evitar al Pordenone, uno de los equipos más sucios de la liga, ya que son muy buenos haciéndote jugar mal”. Sin duda, dos duros escollos en su camino hacia el ascenso. Una Serie A tan anhelada, tan ansiada durante tanto tiempo, que se hace difícil de imaginar. El logro de subir a la máxima categoría del calcio sería “todo lo que he soñado”, asegura Salva, con la sonrisa de un chiquillo. “En toda tu carrera futbolística tienes que vivir un ascenso del modo que sea”. Y por si no fuera poco, en Spezia llevan esperando no una carrera, sino toda una vida. “Cuando acaba una temporada, entras en Instagram, ves publicaciones de un equipo que ha subido y dices: ‘yo quiero esto’”, asiente el joven lateral. Instagram e Italia, precisamente hogares de los tópicos. Qué mejor sitio para ver a los ‘spezzini’ rebosantes de alegría después de lograr algo tan utópico hace unos pocos años. Mientras, seguro que el community manager de las águilas ya va pensando en el mensaje: ‘finalmente è arrivato il momento di incontrarci, Serie A!’ (“¡Por fin ha llegado el momento de conocernos, Serie A!”). SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA Fotografía de Twitter: @salvajr21