
REVISTA PANENKA
·24 de abril de 2025
Vaduz: un extraño en el fútbol helvético

REVISTA PANENKA
·24 de abril de 2025
Finales de agosto de 2022. Unos pocos aficionados del Vaduz parten rumbo a Viena para presenciar el partido de vuelta de su equipo frente al Rapid de la capital austríaca. El empate a uno de la ida ha dejado la eliminatoria abierta, aunque visitar al equipo más laureado de Austria no parece una tarea nada sencilla. De hecho, ya es mucho haber llegado a la tercera ronda para la clasificación a la fase de grupos de la recién creada Conference League. Sí, porque aunque tan solo tiene un año, esta tercera competición continental ya nos ha descubierto a equipos como el Bodo Glimt noruego, el Alashkert armenio o el Lincoln Red Imps de Gibraltar. Ahí quiere apuntarse a su segunda edición el conjunto de Liechtenstein que, curiosamente, disputa la categoría de plata del fútbol suizo. Espera. ¿Cómo? ¿Un equipo de segunda división que, encima, no juega en su país? Hagamos la maleta para adentrarnos a este interesante lugar.
Liechtenstein. Un nombre que, si de primeras ya cuesta pronunciar, no digamos lo de situarlo en el mapa. Cuántas veces se lo tuve que repetir a mi madre. Pero ahí se encuentra. Situado sobre a orillas del Rin y en medio de la cordillera de los Alpes, es un pequeño punto entre Suiza y Austria. Una pequeña llanura entre montañas. Un lugar en el que tocar con los pies en el suelo, aunque sea solo por un momento, porque con sus 160 kilómetros cuadrados (un cuarto del tamaño de la ciudad de Madrid), Liechtenstein se supone el sexto país más pequeño del mundo. Y es que estamos hablando de un lugar de lo más curioso. El único país junto a Uzbekistán que no solo no tiene salida al mar, sino que sus naciones limítrofes tampoco. Además de ser un principado, es decir, una monarquía en la que la jefatura de estado la ostenta un príncipe. Vamos, como Andorra y Mónaco. Y pensaréis, un dato bastante irrelevante… Pero no. Lo cierto es que la historia de este microestado no se entendería sin este no tan ínfimo detalle.
Porque todo empieza en la era medieval, cuando en el centro de Europa existía una confederación de cientos de territorios independientes en la que encontrábamos desde reinos y principados hasta condados. Ese era el Sacro Imperio Romano Germánico, uno de los imperios más duraderos y peculiares de la historia de Europa, y que aguantó más de 800 años. Dominado por la hegemónica casa de los Habsburgo, en este contexto nace la actual Liechtenstein, resultado de la unión del condado de Vaduz y el señorío de Schellenberg en 1719. Todo ello a raíz de la compra por parte de la casa de Liechtenstein de dichos territorios, una poderosa familia nobiliaria austríaca que no tenía tierras que respondieran directamente al emperador.
Ese día el Vaduz acabó eliminando al Rapid y se clasificó para la fase de grupos de la Conference League. Un verdadero hito, porque estamos hablando de un equipo que, pese a ser de Liechtenstein, juega en la segunda división de Suiza
Y así es como ha permanecido hasta entonces. Un territorio que llegó a formar parte de la Confederación del Rin, estado satélite del primer imperio de Napoleón, pero que, desde su caída, se estableció como independiente, mientras a su alrededor se producían la Unificación Alemana, la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial. Poco les importaba, porque desde 1868 Liechtenstein se había convertido en un país neutral tras la abolición de su ejército. Sin embargo, las consecuencias del conflicto acaecido entre 1939 y 1945 sí que tuvieron impacto en la familia principesca. Una familia que además de poseer un país, también contaba con propiedades en Europa Central, especialmente en la recién creada Checoslovaquia. Estas iban desde latifundios a castillos, un total de 1600 kilómetros cuadrados, diez veces el tamaño de Liechtenstein. Increíble pero cierto.
La cuestión fue que, tras la derrota de la Alemania nazi, en Checoslovaquia se implementó un decreto para expropiar tierras y propiedades de personas consideradas colaboracionistas o alemanas. Desde luego que no era el caso de la monarquía de Liechtenstein, pero en Checoslovaquia alegaron que sus príncipes eran germanoparlantes y por ende, sus orígenes eran alemanes. No sirvieron de nada las protestas de la familia principesca, provocando así la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países. De hecho, Liechtenstein no reconoció hasta 2009 la independencia de la República Checa.
Son solo 160 kilómetros cuadrados; 24 kilómetros de norte a sur y diez de este a oeste. Uno podría cruzar perfectamente el país en solo unas horas si se lo propusiera. Pero es que Liechtenstein sigue escondiendo curiosidades. Ya no solo por su historia, sino también por su intrincada geografía. Entre enclaves (partes rodeadas por otros municipios) y exclaves (partes separadas de su territorio), la división de sus once municipios es de lo más compleja. Siete de ellos están divididos en más de una porción, y solo hay cuatro sin rarezas. A partir de aquí, empiezan las complicaciones. Municipios como Eschen, Gamprin y Triesenberg tienen un enclave aparte del territorio principal. Pero luego nos encontramos con Balzers, con hasta tres enclaves. Y no hablemos de los últimos tres. Planken cuenta con cuatro exclaves. Schaan, la ciudad más poblada, también tiene cuatro exclaves. Y por último Vaduz, el municipio que alberga la capital. Hasta seis exclaves. Una fragmentación fruto de esas antiguas divisiones feudales en la era imperial.
Pero es que, si nos ponemos a hablar de política, Liechtenstein también tiene su miga. Para empezar, los municipios funcionan como pequeños estados federales. Eso significa que cada uno tendría la potestad de independizarse de la unión con una simple mayoría de votos. Sin embargo, es algo que no se prevé en un país donde, como principado, es la monarquía quien tiene siempre la última palabra. El príncipe puede vetar leyes aprobadas en el parlamento, nombrar jueces y hasta destituir al gobierno elegido. No obstante, el príncipe Juan Adán II, que actúa como jefe de Estado a pesar de haber traspasado la regencia a su hijo, no se entromete mucho en la gobernanza. Eso sí, al ser la gran riqueza de este país, amenazó con usar su derecho a veto en caso de aprobarse el aborto en el parlamento. Curioso, porque en Liechtenstein tampoco se puede nacer, ya que en 2014 cerró el único hospital que contaba con sala de maternidad.
Pero, bromas aparte, Liechtenstein no deja de ser una monarquía absoluta moderna. Sin embargo, la presencia de la familia real le asegura al territorio ser uno de los países más ricos de Europa, con un PIB solo por detrás de Luxemburgo. ¿Y si tanto poder tiene la familia real, entonces qué incidencia tiene en el fútbol? Pues sí, tiene impacto, aunque sea solo institucional. Por fin llegamos a Vaduz y a esos aficionados que viajaban a Viena para presenciar a su equipo. Equipo que, precisamente, pertenece a la centenaria casa de Liechtenstein. Otra cosa es que le haga mucho caso. Pero lo cierto es que el Vaduz, el equipo con más títulos en una competición nacional, es propiedad del regente príncipe Luis.
No hay más allá. Aunque, si nos colamos en las entrañas de este conjunto, también podemos entender cómo llega a funcionar este país. Pero antes, ¿qué acabó sucediendo en ese partido en Viena? Porque sí, fue muy importante. Un escaparate europeo para un país sin apenas cultura futbolística, y que además ostenta el récord de ser el único combinado nacional que ha perdido contra San Marino. Muchos fans del intra-fútbol recordarán la gran gesta de la otra selección transalpina. Pero estamos en Viena, en el Allianz Stadion. Ese día el Vaduz acabó eliminando al Rapid con un 0-1 y se clasificó para la fase de grupos de la segunda edición de la Conference League. Un verdadero hito, porque estamos hablando de un equipo de segunda división de Suiza. Y aquí volvemos otra vez al principio. ¿Qué hace el Vaduz jugando en el país helvético?
Pese a jugar en las categorías suizas, el Vaduz ha ganado en 50 ocasiones la Copa de Liechtenstein, récord mundial, que desde la creación de la Conference League da acceso directo a las fases clasificatorias del torneo
Es tan simple como entender que, en un país tan pequeño como Liechtenstein, no hay suficientes clubes para crear una infraestructura potente. Son solo once municipios. Por ello que desde 1932 los equipos del principado se encuentran integrados en la pirámide del fútbol suizo. Y allí el Vaduz ha ido tejiendo su historia, ahora bien, en condición de invitado. Atentos a este detalle. Porque que el Vaduz juegue en Suiza nos dice mucho de la vinculación de ambos países. Pasear por la capital deja evidencias. Muchas matrículas suizas, se paga en francos, y evidentemente los precios son casi los mismos. Una relación muy estrecha, aunque el Vaduz, que hoy milita en la segunda división, no tiene permitido ganar la liga. De la misma forma que el resto de equipos de Liechtenstein, habituales en categorías amateurs.
El Vaduz se beneficia de esta situación, ya que ha adquirido estatus de equipo profesional. Ahora bien, si no puede ganar la liga, ¿cómo ha llegado a Europa? De hecho, son hasta 29 participaciones continentales para el equipo. Pues lo hace a través de la Copa de Liechtenstein. Un torneo que han ganado en 50 ocasiones, récord mundial, y que desde la creación de la Conference League da acceso directo a las fases clasificatorias del torneo. Club invitado en Suiza, y campeón en Liechtenstein, donde, en ocasiones, se ha llegado a enfrentar a su filial, dado que en la competición participan los pocos equipos, todos ellos amateurs, del territorio.
Y todo ello en el Rheinpark Stadion, que como lleva en el nombre, se encuentra al lado del río que hace frontera con Suiza. Lugar cómplice de batallas de un Vaduz que juega sus partidos rodeado de los imponentes Alpes. Se ve un lugar privilegiado para un equipo que a veces se convierte en blanco de burlas por parte de los clubes suizos. Son los foráneos, los del pequeño estado de Liechtenstein. Pero por más que se rían, vencer en el Rheinpark no es sencillo. Un gol en el último minuto le da a los de Vaduz el triunfo ante el Neuchâtel Xamax, de la parte francófona de Suiza. De hecho, la tribuna del estadio ha estado repleta de periodistas con acento afrancesado. Son bienvenidos a Vaduz, y ellos mismos me cuentan estas pequeñas interioridades de la liga suiza.
El sol no ha dado tregua durante este domingo de partido. Al menos una fría brisa sopla desde la poderosa cordillera. El Rheinpark no se ha llenado, raras veces lo hace, pero las gradas delatan el ambiente familiar que se respira entre la afición. De hecho, fue toda una proeza el clasificar hace ya dos años para esa fase de grupos y dar la bienvenida a aficionados neerlandeses, ucranianos y chipriotas. Curiosamente, en el césped del Rheinpark el exdelantero del Girona Artem Dobyk le arrebató un punto a los principescos en el último minuto. Pero los tres puntos que hoy gana el Vaduz le llevan a mantenerse en la media tabla. No es el mejor año para el club, pero en mente ya está ganar otro título copero y esperar a las proezas de Europa. Una verdadera anomalía para un país en el que el fútbol, a pesar de ser lo menos importante de lo más importante, no deja de ser fútbol.
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Fotografías de Gorka Urresola.