
La Galerna
·16 mai 2025
Raúl Asencio: sentencias en redes que rompen vidas

La Galerna
·16 mai 2025
En estos días turbulentos donde la opinión pública dicta sentencia más rápido que cualquier tribunal, el nombre de Raúl Asencio, joven jugador del Real Madrid, ha sido arrastrado por una tormenta mediática injusta y desproporcionada. Acusado de estar vinculado a un caso de grabación y difusión de un vídeo sexual en el que aparece una menor de edad, Asencio ha sido señalado, condenado y linchado en las redes sociales y ciertos medios de comunicación sin que se haya emitido aún una sentencia judicial.
Pero repasemos los hechos con objetividad. Raúl Asencio no participó en el acto sexual, no fue quien grabó el vídeo, y no fue quien lo difundió masivamente en grupos de WhatsApp. De hecho, según consta en el sumario, en todo momento colaboró con las autoridades y facilitó ayuda a las víctimas. Lo que sí parece haber sucedido es que estuvo presente en un entorno donde otros sí cruzaron líneas graves. ¿Cometió errores? Posiblemente. Pero, en cualquier caso, no por maldad ni por perversión, sino por inmadurez o desconocimiento. Y eso es precisamente lo que debe valorar un juez, no X.
Sin embargo, la maquinaria mediática y la voracidad de los haters no han esperado a la Justicia. Le han llamado de todo: violador, corruptor de menores, difusor de pornografía infantil. Palabras mayores, acusaciones gravísimas, muchas de ellas completamente infundadas, que ya han dañado irremediablemente su imagen, su vida privada y su salud mental. ¿Y quién va a reparar eso si finalmente se le declara inocente, o si su implicación resulta mínima? Nadie. Porque el daño ya está hecho. Y ojo no sólo hablamos de anónimos en redes, también de periodistas tribuneros con nombre y apellidos.
Asencio no es un criminal. Es un buen chico, con valores, con educación, con una familia humilde y honesta que lo ha guiado en su carrera. Les conozco. No se ha escondido. No ha mentido. No ha echado balones fuera. Ha dado la cara, ha colaborado, ha reconocido si algo no estuvo bien, y ha confiado en la justicia. Pero la justicia mediática es despiadada y no se rige por pruebas, sino por titulares. Es increíble como el periodismo se ha podrido tanto que hasta en TVE en su programa mañaneros han emitido un vídeo sin rigor y totalmente denunciable sobre este tema. Eso, antes, era impensable.
Palabras mayores, acusaciones gravísimas, muchas de ellas completamente infundadas, que ya han dañado irremediablemente su imagen, su vida privada y su salud mental. ¿Y quién va a reparar eso si finalmente se le declara inocente, o si su implicación resulta mínima? Nadie
Tal vez el verdadero pecado de Asencio sea ser jugador del Real Madrid, haber tenido la osadía de abrirse camino en el primer equipo de uno de los clubes más exigentes del mundo. En esa posición, cada paso en falso se convierte en escándalo, y si no hay paso en falso, se inventa. Él, que menos implicación tiene en el caso, ha sido convertido en chivo expiatorio, mientras otros más responsables se mantienen en el anonimato, lejos del foco y del escarnio público.
Este artículo no pretende encubrir, justificar ni exculpar lo que aún debe ser analizado por un tribunal. Y ante todo, siempre del lado de la víctima o de aquel que se siente como tal y busca una reparación en la Ley. Lo que sí denuncio es el linchamiento prematuro y despiadado que sufre un joven que, en el peor de los casos, actuó con torpeza, no con malicia. A los que hoy se colocan la toga del juez en redes sociales, cuidado: mañana podrías ser tú el juzgado con la misma dureza.
Raúl Asencio saldrá de esta. Con cicatrices, sí, pero también con la fuerza de quien sabe que la verdad no necesita ruido, solo tiempo. Y en ese tiempo, muchos estaremos a su lado. No somos los más ruidosos, pero somos firmes. Y cuando todo esto pase, cuando el juicio real hable y el juicio mediático se disuelva en su propia inconsistencia, veremos a Asencio levantarse como lo que es: un gran jugador y una mejor persona.
Y será entonces, como central del Real Madrid, cuando el silencio de ahora se convierta en aplauso.
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