
La Galerna
·16 aprile 2025
1-2: Adiós a la Champions, con alma y sin fútbol

La Galerna
·16 aprile 2025
En un partido que inevitablemente debe acarrear consecuencias para el largo plazo, el Madrid se asomó a su leyenda con la voluntad, pero para nada con su fútbol, y terminó trocando la remontada por una nueva derrota ante el Arsenal. El ambiente era increíble y se intentó, pero con muy escaso tino y claras muestras de impotencia.
Ancelotti decidió morir de entrada con los suyos, soliviantando al personal tuitero alineando a la vez a Lucas Vázquez y Alaba en los laterales, reservando a Valverde para el centro del campo junto a Tchouaméni y Bellingham. Las expectativas de ver en acción un centro del campo más creativo con la inclusión de hombres como Ceballos o Modric se difuminaban. En todo caso, el minuto de silencio en memoria de dos madridistas tan eximios como Beenhakker y Vargas Llosa acrecentaba de manera espeluznante el sentimiento de cita con la historia. El ambiente era electrizante.
El juego comenzó a desarrollarse bajo un manto atronador de gargantas incandescentes que ni siquiera un trallazo intempestivo de Saka, fuera por poco, llegó a acallar. El Madrid, vivaz pero impreciso, se las veía y deseaba para frenar los contragolpes gunners. Saka volvió a lanzar, obligando a Courtois a lucirse.
La sensación tras los primeros diez minutos era que el Arsenal podía casi decantar la eliminatoria, y la sensación se acrecentó cuando el VAR avisó al colegiado de un agarrón en el área por parte de Asencio. Lanzó Saka y Courtois sacó la mano desde el suelo para atajar el intento de Panenka. Imposible comenzar las cosas de manera más épica. Hay épica en el desbaratar el intento de abortar tu remontada por parte del rival. Se antojaba la penúltima vuelta de tuerca de la remontada. No lo sería, por desgracia.
Galvanizado por el fragor del momento, el Madrid se vino arriba, con más brío que tino. Sucesivos chuts de Valverde e internadas de Vini, sin llegar a mayores, parecían prefigurar el momento en que se encarrilaría la hazaña, pero quizá éramos solo nosotros queriendo muy fuerte que lo hicieran. Un centro chut de Bellingham no encontró rematador.
En el minuto 22, un centro largo para Asencio se resolvió con un agarrón de Rice al propio Kylian. Tras más tiempo de revisión del VAR del que el Barça estuvo pagando a Negreira, el árbitro dio marcha atrás en su decisión de penalti. Una auténtica verbena.
Con tantas incidencias, a la media hora apenas se había jugado al fútbol. Los hombres de Ancelotti abusaban de los balones aéreos, careciendo como carecían de un rematador clásico. La apelación al espíritu de las viejas remontadas ochenteras no debía hacer olvidar que Santillana no estaba sobre el terreno de juego. Como decía Álvaro Benito, el corazón estaba bien presente sobre el campo, pero casi sin muestras de la calidad del equipo. Raya era un mero espectador.
Encadenaron los locales varios córners que generaron un peligro voluntarista, por así decirlo: peligro porque la afición quería que fuesen peligrosos. Los intentos corajudos de los blancos se estrellaban contra el muro londinense. Seguía el Madrid abusando del balón a la olla en una era muy post-Santillana y bastante post-Joselu. De hecho, Martinelli la tuvo y volvió a intervenir Courtois.
En un partido que inevitablemente debe acarrear consecuencias para el largo plazo, el Madrid se asomó a su leyenda con la voluntad, pero para nada con su fútbol, y terminó trocando la remontada por una nueva derrota ante el Arsenal
No se entendió que no hubiera cambios tras el descanso, como no se entendieron en la previa tantas apelaciones a jugar “con cabeza”. Era un partido para el delirio, y Carletto se acogía a las formas más rancias (y suicidas) de conservadurismo.
El segundo tiempo siguió con más de lo mismo, que es lo que suele suceder cuando no intentas nada nuevo. Vinícius resolvió un contragolpe trabado (todo lo era) con un tiro inocente que detuvo Raya. Era el primer tiro a puerta. Minuto 56.
De un intento de gol olímpico de Rodrygo pasamos a un contragolpe en el que Asencio estuvo providencial al cruce ante Saka. El encuentro estaba partido.
Rodrygo, Alaba y Lucas Vázquez dieron paso a Endrick, Ceballos y Fran García. Era el minuto 60. Quedaba media hora para un milagro del cual el Madrid parecía a cada instante más lejano. Poseído por un ansia cada vez más totalizadora, el Madrid lo intentaba con una precipitación desesperante, de suerte que ocurrió lo que tenía que ocurrir. Merino metió un gran balón a Saka, quien picó suavemente el balón para batir a Courtois. 0-1.
Quizá por la relajación que aparejó su gol, Saliba cometió a renglón seguido un error infantil, entregando una pelota fatal que Vinícius no perdonó para empatar. Fue un error defensivo aislado dentro del sensacional desempeño defensivo gunner.
El Madrid seguía sin jugar gran cosa. Se lesionó Mbappé y entró Brahim. También ingresó al campo Modric, con apenas quince minutos por delante. El dominio del balón y la sabiduría balompédica eran inglesas. Odegaard lanzó fuera por poco. El Arsenal estaba dando un recital menos espectacular pero tan solvente como el del partido de ida. Brahim tiró con sentido tras una buena maniobra y Endrick casi la enchufa tras bajarla con el pecho. Odegaard chutó de nuevo. Ya no había tiempo para mucho más. Sí para que Martinelli se fuera solo y batiese con sobriedad a Courtois, sellando la clara superioridad del Arsenal en toda la eliminatoria.
El Madrid quiso con el alma acercarse a su leyenda, pero su fútbol no le dio para aproximarse ni por asomo al milagro que necesitaba.
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