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·19 maggio 2025

Christensen: de estar fuera del Barcelona a intocable

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El fútbol no siempre premia a los más ruidosos. A veces, el verdadero cambio llega desde el susurro. Andreas Christensen —sereno como una madrugada escandinava— ha demostrado que no hace falta levantar la voz para hacerse imprescindible. Porque su temporada 2024/25 no ha sido solo una remontada personal, ha sido una reivindicación silenciosa que hoy lo sitúa, contra todo pronóstico, como una de las piedras angulares del Barça de Hansi Flick.

De transferible a intransferible: el péndulo del mercado

A principios de año, Christensen parecía tener más maletas que minutos. Las lesiones, ese enemigo invisible que persigue a los buenos sin pedir permiso, lo habían relegado a la trastienda del vestuario. Se hablaba de ofertas, de necesidad de hacer caja, de "sacrificios por el bien del grupo". En otras palabras: estaba en la rampa de salida, con la puerta entreabierta.


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Pero entonces llegó Flick, y con él, un nuevo diccionario de prioridades. El técnico alemán no necesitó grandes alardes para darse cuenta de lo que tenía ante sí: un defensor que entiende el juego como un ajedrecista, capaz de anticipar en lugar de perseguir, de calmar cuando todo arde.

El valor de la sobriedad

Christensen no da titulares, pero sí equilibrios. En un equipo acostumbrado a la efervescencia adolescente —Yamal, Cubarsí, Fermín—, la presencia del danés es como un metrónomo en medio de un concierto punk: aporta orden, sentido y profundidad. Su salida de balón, su capacidad de lectura, su temple… virtudes que, curiosamente, brillan más cuando nadie las nota. Como una bisagra que no chirría.

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Flick no solo lo ha rehabilitado como central titular. También ha explorado su versión como pivote defensivo, un rol que el danés ha desempeñado con la elegancia de quien lleva toda la vida allí, sin aspavientos, sin perder la compostura. Su polivalencia, lejos de convertirlo en un parche, lo ha elevado a comodín de lujo.

No todos los jugadores aceptan con entusiasmo pasar del olvido al protagonismo. Algunos lo viven como una revancha. Christensen lo vive como una responsabilidad. Ha reiterado su deseo de triunfar en el Barça —no como una consigna de manual, sino como un anhelo genuino—, y se prepara ya para la próxima pretemporada con la determinación del que sabe que la oportunidad ha vuelto, pero no por mucho tiempo.

En su entorno hay algo que antes faltaba: esperanza. Y eso, en el fútbol de élite, vale tanto como una cláusula bien negociada.

Efectos colaterales (y positivos) de Christensen

La continuidad de Christensen no solo estabiliza la defensa, también redefine la estrategia del club en el mercado. Con él firme, Cubarsí en auge e Iñigo Martínez cumpliendo, el Barça puede permitirse respirar antes de lanzarse al río embravecido de los fichajes. Incluso si Ronald Araújo decide escuchar los cantos de sirena de otros gigantes europeos, Christensen garantiza una línea de resistencia fiable y sensata.

Y lo mejor: su permanencia no solo ahorra dinero, sino decisiones desesperadas. En un mercado donde un central con oficio y jerarquía se cotiza como si marcara goles cada fin de semana, mantener a Christensen es una especie de fichaje invisible. Un movimiento tan lógico que parece revolucionario.

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Christensen es, al fin, la antítesis del futbolista moderno hiperexpuesto. No gesticula, no protagoniza videoclips motivacionales, no lanza indirectas en redes. Pero sigue ahí. Silencioso, elegante, eficaz. Como un faro que no presume de iluminar, pero evita que el barco se estrelle.

Y quizás por eso su historia importa. Porque en un club que ha vivido más incendios que celebraciones en los últimos años, tener un jugador que representa la estabilidad es, paradójicamente, una forma de revolución. Y si alguien tenía dudas, solo tiene que mirar cómo Hansi Flick ha pasado de “posible salida” a “pieza clave” en apenas unos meses.

La resiliencia no siempre se viste de épica. A veces, tiene la forma de un central danés que se quedó cuando todos lo daban por perdido. Y que ahora, con los pies en el césped y la mirada alta, empieza a escribir su verdadero capítulo en el FC Barcelona.

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