Afición Deportiva
·25 maggio 2025
Palencia 92 – 83 Obradoiro: el Obra se despide de la temporada

Afición Deportiva
·25 maggio 2025
El Obradoiro dice adiós a las posibilidades de acceder a la Final Four al caer por tercer partido consecutivo ante Palencia
«Lo que mal empieza, mal acaba», dice el refranero español. El Obradoiro arrancó su potencial regreso a la ACB cayendo en Madrid y la termina haciendo lo propio en Palencia. ¿Entre medias? Un cambio de entrenador, un desembolso económico importante…y sin llegar a, por lo menos, a la Final Four. El definitivo encuentro de la serie fue, tan solo, un síntoma más de la alergia contagiada desde los últimos encuentros de la temporada regular. Un equipo fácilmente colapsado en ataque y endeble defensivamente por tramos. La extrema calidad de la plantilla no fue suficiente para derrocar a un conjunto palentino muy trabajado y completo que llegó en mejor forma a la hora de la verdad. Tiempos duros por Sar, pues tendrán que esperar un año más para poder aspirar a lo que merecen.
Solo había un cambio notorio en ambos conjuntos: Leimanis entraba en la convocatoria del Obradoiro seis meses después de su operación de muñeca. ¿El damnificado? Un Nacho Varela venido a menos durante la serie. Buscaba, así, Félix Alonso una mayor clarividencia en la dirección del juego, aunque al letón se le vería falto de competición a lo largo de todo el encuentro. Por lo demás, el inicio fue prácticamente un plagio de lo vivido hacía 48 horas en el mismo escenario.
Los visitantes, conocedores de que una derrota les mandaba para casa de forma definitiva, salían enchufados. Cuatro triples de cuatro jugadores diferentes en apenas dos minutos les brindaban una ventaja de 0-12. Un espejismo que, una vez la lógica comenzó a imponerse, dio lugar al dominio palentino tanto en el marcador como en las sensaciones. Luis Gil sentó rápidamente a Oroz y, con Wintering sobre el parqué, endosaron al Obradoiro un parcial de 17-2 para darle la vuelta a la tortilla por completo.
Y, es que, los picheleiros tan solo encontraron el aro a través de la línea de personal tras el fulgurante arranque. Los ocho minutos restantes de cuarto se resumieron en un 0 de 9 en tiros de campo y un colapso evidente en la parcela ofensiva. Mucho abuso de bote, las veces obligado por la exhaustiva defensa castellana en la salida de bloqueos, que abocaban en tiros forzados sobre la bocina. Palencia, por su parte, vivía una historia muy diferente, la de un conjunto con las ideas claras y la confianza por las nubes.
No importaba a quién le llegase la bola que, los de Luis Gil, la hacían buena. Vaulet era el del tercer encuentro y no el de los dos primeros, haciendo daño tanto desde el exterior como desde el interior. Incluso Dimitrov mantenía un nivel sublime que, por momentos, terminaba con la paciencia obradoirista. El final del primer cuarto (20-15) dio paso a un segundo en el que la dinámica, lejos de cambiar, se mantenía por los mismos derroteros. Los visitantes solo veían el aro desde la línea de tres y de forma esporádica, mientras que en defensa se diluían a las primeras de cambio. Las ayudas del grande tras el pick and roll eran efímeras y, una vez tras otra, Palencia sacaba provecho desde los primeros segundos de posesión.
Barcello, con más corazón que cabeza, era el que más ímpetu y energía le ponía. ¿Lo más preocupante? Que el norteamericano no era tan efectivo como el viernes y que, en defensa, Borg hacía entradas a canasta a las que solo les faltaba la alfombra roja. Lo paró Félix Alonso hasta en dos ocasiones tratando de encontrar respuestas y, en esa segunda (40-32), su equipo reaccionó. Un parcial de 0-6 liderado por un Balvin al que, tras casi veinte minutos, le hacían llegar balones. Así, con sensaciones negativas pero con el temporal amainando, se llegó al asueto (43-41).
Fuente: Redes Sociales `X´ del Superagroba Palencia
El balance, por aquel entonces, era el de que, independientemente de las circunstancias, Palencia no había conseguido abrir la brecha que, quizás por juego, merecía. La diferencia de lo aportado por el banquillo (21-8) era desangrante para los intereses de los visitantes, aunque venía siendo la tónica de la serie. Otros aspectos, como los rebotes ofensivos capturados por el rival (6), los puntos permitidos al contrataque o segundas oportunidades (7) o las pérdidas (7), seguían sin, al menos, matizarse. Mucho más que corazón necesitaba el Obra para recuperar el aliento.
El paso por vestuarios no cambió en exceso el panorama, pero, al menos defensivamente, Obradoiro ganaba enteros. Trató de romperlo Palencia en el inicio, llegando a abrir una ventaja peligrosa (51-46, pero respondieron los visitantes a través de un parcial de 0-8. Fueron unos minutos de impasse en los que les tocaba actuar a los jugadores de rotación como antesala del fuego definitivo. Kunkel y Barcello, con tres faltas cada uno, se mordían las uñas en sus respectivos banquillos anhelando regresar al parqué. Despertó el gran desaparecido de la serie, Brad Davison, para, con dos triples, otorgar una ligerísima ventaja a los suyos (53-57).
Reaccionó rápidamente Luis Gil colocando una caja y uno que frenó por completo la explosión del `3´ y devolvió el encuentro a esa fase de toma y daca, de lucha constante. Entre medias, Nkereuwem se llevó la peor parte fruto de la energía y de la intensidad. El nigeriano, tras un forcejeo con Stevic por un bloqueo, descompensó sus más de 100 kilos sobre su rodilla derecha y se marchó en camilla con lágrimas en los ojos. Su reacción y la repetición de la televisión evocaban malos presagios. Su lesión enfrió unos minutos un encuentro que no pudo llegar más emocionante e igualado al último cuarto (59-59).
Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Trató de darle ese último aliento la Caldera de Castilla a los suyos y, lo cierto, es que se reflejó en el comienzo del envite definitivo. Una jugada en la que acierto y fortuna se juntaron fue tremendamente dolorosa para el Obradoiro, pues Borg anotó un triple a la par que había una falta abajo en bloqueos. Los colegiados concedieron la canasta al sueco y en esa misma posesión Kunkel le emuló. Eso, sumado a varios aciertos posteriores del de Kentuchy, colocaron a los picheleiros al borde del precipicio (74-68) a poco menos de seis minutos para la conclusión.
Parecía todo perdido, pero regresó el mejor Davison de nuevo. Dos triples suyos, el primero tras el primer rebote ofensivo en todo el encuentro por parte del Obradoiro, les metieron de lleno en la pelea. El guion, para el espectador neutral, no podía estar mejor construido. A la tensión del marcador se le sumaba un enganchón entre Faggiano y Kunkel que se resolvió con una decisión salomónica por parte de los colegiados: técnica para ambos lados. ¿Las consecuencias? Locales y visitantes en bonus con cuatro largos minutos todavía por delante.
La cuesta se empinaba todavía más, pues la fortuna parecía decantarse para el sector local. Tras una muy buena defensa, el balón le caía en las manos a Manu Rodríguez que, sobre la bocina, enviaba una puñalada al estómago de los aficionados santiagueses desplazados. El 83-78 era más que preocupante, pero no definitivo. Sí que lo sería un minuto más tarde, cuando en dos jugadas el Obradoiro perdería el partido por completo y, con ello, diría adiós a la temporada. Falló Quintela un triple liberado y cometió una falta antideportiva que cavó por completo los intereses de los picheleiros.
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