IAM Noticias
·29 ottobre 2024
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·29 ottobre 2024
El mediocentro madrileño toca el cielo en París y recoge el testigo de Luis Suárez en 1960. El fútbol español hace doblete con él y Aitana Bonmatí.
Hubo que esperar 64 años pero de nuevo volvió a recibir el Balón de Oro un futbolista nacido en España. Rodrigo Hernández se coronó este lunes a las 22:34 horas en el Théâtre du Châtelet de la capital francesa como el mejor futbolista del planeta. Recoge el largo testigo del añorado Luis Suárez Miramontes, el ganador de 1960. Otro éxito del fútbol español tras la brillante Eurocopa del pasado verano en Alemania, aunque ha sido a costa de las ilusiones de Vinicius y del Real Madrid, más que decepcionados con la votación del premio. Vini tendrá que esperar porque la codiciada esfera dorada se va a Mánchester con Rodrigo. Fue el uno entre los cinco que alcanzaron la criba final, en la que le acompañaron Vinicius (segundo), Bellingham (tercero), Carvajal (cuarto) y Haaland (quinto).
Rodrigo apareció en la alfombra roja junto a su pareja, Laura, en un escenario operístico casi a tiro de piedra de Notre Dame, muy elegante con esmoquin clásico y muletas negras a juego. Lo hizo con pausas para poder descansar, en pleno proceso de recuperación de la lesión del ligamento cruzado anterior con afectación al menisco que sufrió el pasado 22 de septiembre. El esfuerzo merecía la pena y es de los que quita cualquier dolor. Porque Rodrigo sucede a Messi en el palmarés del más prestigioso de los premios individuales y es el primer centrocampista en hacerlo desde que Modric ganara el Balón de Oro en 2018. Como en aquel entonces con el Mundial para el croata, ahora la Eurocopa ha jugado un papel fundamental para Rodrigo, que lideró a la Selección española y mostró una superioridad tal que fue escogido MVP del torneo. Esa exhibición y su presencia protagonista en la Premier con remontada del City cimentaron su camino al galardón en París donde el fútbol español vivió una noche para los anales. Se apuntó el doblete de honor con ese Rodrigo-Aitana y hasta el hat-trick si se añade además el Trofeo Kopa al mejor joven para Lamine Yamal…
Pero era la noche de Rodrigo. El Rodri de Villanueva de la Cañada ahora es el mejor del mundo. Inquieto y sentado junto a su compañero citizen Rúben Dias, finalmente le tocó el turno a la leyenda George Weah (Balón de Oro en 1995) de abrir el sobre que escondía el ganador y dijo el nombre de Rodrigo Hernández. Aunque antes se oyeron gritos de “¡Vini!” en el Châtelet que obligaron a los presentadores a pedir silencio, el nombre era el de Rodrigo. Drogba le guardó las muletas para que en la foto saliera gallardo y no quedara para la posteridad la lesión. “Una noche increíble”, se arrancó el español en inglés, emocionado, antes de cambiar al castellano. “Tengo muchas cosas que agradecer a mucha gente. A los que me han votado, a los que han creído en mí, es un día importante para mí, mi familia y mi país”. Rodrigo se volcó en los suyos: “Darle las gracias a mi novia, Laura, que cumplimos juntos hoy justo ocho años, sin ella no habría tenido este camino. Y a mi familia, gracias a ellos puedo mostrar este amor por el fútbol”. También la cascada de agradecimientos roció a sus compañeros de Selección y en especial a dos. A Carvajal (“Está sufriendo mi misma lesión y merecería estar aquí en este atril, como yo”) y a Lamine, “uno que lo ganará en algún momento”. Con un recuerdo final a los que le precedieron: “Es una recompensa al fútbol español, a jugadores como Iniesta, Xavi, Busi… la figura del mediocentro, hoy les he podido dar un poco de visibilidad”.
El triunfo de un perfil alejado quizá del de las otras grandes estrellas. “No se me ve en las redes sociales, soy un chaval normal, que vive con pasión su profesión, me gusta ser líder y hacerlo lo mejor posible con mis compañeros”, afirmó Rodrigo. “No cumplo el estereotipo que a veces se ve en los jugadores”.
Rodrigo es la cara sonriente de esta gala del Balón de Oro y la cruz de la moneda fue el gran ausente, Vinicius. La noticia de que el Real Madrid había decidido no viajar a París como protesta, porque ya conocía que el galardón masculino no era para la estrella brasileña ni para Carvajal (ni siquiera para Bellingham como última bala), corrió desde primera hora de la tarde por la ciudad de la luz. También llegó a un buen número de aficionados que se apostaron desde primera hora de la mañana en las vallas más cercanas a la alfombra roja. Desconcertados y armados con varias camisetas del 7 madridista en numerosas ocasiones gritaron “¡Vini, Vini!”. El plante blanco fue la comidilla de la gala. El Madrid tuvo que conformarse con las pedreas. La noche fue para Rodrigo.
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