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La Galerna
·3 marzo 2025
Vinícius frente a la nueva Ruta de las Especias
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La Galerna
·3 marzo 2025
Ahora que las noticias sobre Vinícius y Arabia aparecen como el murmullo de una cascada, cada vez más sonoro según nos aproximamos al final de temporada, cabe mencionar que no es solo un hombre animoso sino acosado. Y la naturaleza de un hombre acosado puede ser abandonar el lugar de los hechos. Entonces, lo que fue tan solo una estrategia de negociación puede convertirse en una opción y la opción de Arabia entrar en escena.
En una extraña asociación de ideas, pienso en aquel tiempo en el que los europeos, hijos de una era oscura de herrumbre y hambre, de peste y alcohol pendenciero, curtidos frente al calor abrasador de la quema de libros, viajamos más allá del este y el oeste conocidos para abrir rutas que permanecerían por siempre. Venciendo el miedo atávico a superar la línea imaginaria que nos separaba de nuestra propia aldea, los imagino partir de madrugada, en silencio, justo cuando los primeros rayos de sol rompían contra los rosetones de las iglesias en una explosión iridiscente.
Hacia el este, primero en tierra amiga, iban dejando a su espalda su villa, después su región y, finalmente, su país para encontrar el vértigo. Porque más allá de los límites de lo conocido, igual que después de leer a Borges, solo hay caos.
Esa ruta atravesaba camposantos y aldeas de las que emergían sombras de mil caras. Basamentos de antiguos reinos morían bajo cúmulos de arena a su paso. Luego, las iglesias daban paso a mezquitas y las lenguas, hasta entonces familiares, eran sustituidas por nuevas lenguas que aparecían como pozos de ecos guturales. En busca de su destino, cruzaban largos caminos de bocas laceradas por la sed bajo un sol que caldeaba, impenitente, cualquier esperanza de regresar al hogar indemnes o jóvenes.
Mercaderes judíos y árabes los recibían complacientes en busca del negocio fácil.
Más al este, al compás de caravanas cadenciosas, lo que había sido durante jornadas un pasto seco frente a un repentino valle se tornaba verde. Llanuras tapizadas de brezo y flores abrían el horizonte en dos como un gran fruto quebrado. Grandes torres anunciaban como heraldos la inminencia de nuevas civilizaciones ignoradas por el viajero hasta entonces y ojos rasgados se ofrecían curiosos ante el extranjero, que devoraba aquella geografía humana con avidez. Era el encuentro de dos mundos. En el camino, los europeos habían departido con filósofos y anacoretas, con reyes y mendigos en busca de su propósito, los campos de especias.
Esta ruta, espectacular a los ojos de occidente, se abrió llevando ese precioso cargamento de vuelta a la oscura Europa. Y fueron la avidez y el negocio los que obraron ese encuentro que hoy llamamos la Ruta de las Especias. Una avidez que lo detonó todo. Sucedió y seguirá sucediendo sin fin, como una fuerza telúrica que es la insatisfacción humana.
Como en un cambio de marea, ese flujo mira ahora de Europa a Arabia. Y esas especias tienen forma humana, la de las estrellas que genera el fútbol europeo. Y Arabia mira a un Vinícius quién sabe si compelido por la misma avidez. No cabe descartar que Vinícius esté harto y empiece a creer que su mundo, el del fútbol, no acaba al este en los límites de la vieja Europa. Y tal vez, solo tal vez, se embarque en una ruta que abrió Cristiano Ronaldo como un mercader europeo contemporáneo.
Los odiadores olvidan que el club, como una montaña antigua, ha sobrevivido a reinos y repúblicas, a inviernos negros y a veranos atorrantes. Y sobrevivirá, pase lo que pase, bien a la ausencia de Vinícius bien a la presencia ruidosa de sus acosadores si se queda. Puede que solo sea un rumor. Puede que sea ya solo una noticia del pasado. Y el pasado son solo historias que nos contamos a nosotros mismos.
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