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La Colina de Nervión

·06 de fevereiro de 2025

Incompetentes

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Y todavía serán capaces de preguntarse los inútiles e incompetentes gestores del Sevilla Fútbol Club que por qué le chillan los aficionados y le cantan ‘directiva dimisión’ incluso cuando el equipo va ganando si, a fin de cuentas, la temporada se está salvando medio decentemente a pesar de las depauperadas condiciones -de las que ellos mismos son culpables- en las que se encuentra la entidad. La explicación es bien simple: pues porque no sirven ni, como dicen en mi pueblo, para estar acostados. Y para muestra bien vale repasar lo acontecido en el recién finalizado mercado invernal de fichajes, del cual es difícil concluir que la plantilla haya salido reforzada.

Cinco han sido los jugadores que han abandonado el vestuario durante el mes de enero, a saber: Jesús Navas, Montiel, Barco, Iheanacho y Pedro Ortiz. Por contra sólo dos se han incorporado a él: Vargas y Adams, y uno de ellos en realidad ha venido a cubrir la vacante de última hora que dejó en verano la marcha de Lucas Ocampos al final del mercado estival. Difícilmente se puede decir, por tanto, que una incorporación frente a cinco salidas suponga un reforzamiento del grupo que tiene que defender en el terreno de juego el escudo sevillista. Esto en cuanto al aspecto meramente cuantitativo de la cuestión porque, si profundizamos en lo cualitativo, la incompetencia se plasma aún mayor.


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La carencia más flagrante que deja este mercado invernal es la del lateral izquierdo, en el que queda como único ocupante Adría Pedrosa, aunque bien habría que extenderlo a toda la zaga, puesto que a la marcha de Barco hay que añadir un contratiempo sobrevenido como es la baja por lesión de Nianzou, lo cual deja a la zaga sevillista bastante mermada. Pues bien, a ninguna de las dos contingencias ha sido capaz de responder la dirección deportiva por mucho que la salida del joven argentino se conociera desde el inicio del mes de enero y que la operación del francés se determinará diez días antes del cierre del mercado. ¿Tan difícil era tener prevista la incorporación de un sustituto en las condiciones de austeridad precisas? ¿De verdad tampoco ha sido posible encontrar un central cedido de mediana calidad que permita desplazar a Kike Salas al lateral y que mejore las prestaciones que pueda ofrecer Marcao? Estos interrogantes jamás tendrán respuesta porque los gestores nervionenses, además de incompetentes, son cobardes y no se expondrán a dar unas explicaciones que a buen seguro no tienen por la sencilla razón de que una vez más todo parece indicar que, lejos de haber planificación, lo que ha existido es improvisación.

A esta línea defensiva cogida con alfileres, hay que sumar un centro del campo igualmente carente de efectivos siempre que el entrenador pretenda mantener su esquema 4-3-3 ya que esas tres posiciones deberán ser cubiertas por cuatro futbolistas -Sául, Sow, Sambi y Agoumé-, con lo que ello supone de riesgo ante el riesgo de lesiones, que no es poco dados los antecedentes, y de sanciones por acumulación de tarjetas. Habrá que encomendarse pues a todos los santos para que no vuelva a pasar un gato negro por Nervión y retorne la plaga de bajas que en los últimos tiempos se ha hecho tan presente.

Esta carencia de efectivos en defensa y línea media contrasta con la acumulación de jugadores en la delantera donde aparecen hasta ocho, que serían nueve si se mantiene a Idumbo en la dinámica del primer equipo. A menos que el entrenador haya dialogado con Víctor Orta para transmitirle un cambio de sistema que propicie una mayor presencia en ataque con la aparición de hasta cuatro futbolistas, no se entiende bien esta desproporción entre líneas. Dice el refrán que a la fuerza ahorcan, así que quizá termine por ser bienvenido semejante desaguisado y García Pimienta no tenga más remedio que alinear a cuatro atacantes en detrimento de un centrocampista -Lukebakio, Vargas y Ejuke por detrás de Isaac o Adams- para compensar la falta de efectivos que tiene en las zonas más cercanas a su propia portería. No sería la primera vez que, obligado por las circunstancias, un técnico encuentra la solución a sus problemas teniendo que recurrir a una solución que ni se le había pasado por la cabeza.

Al aficionado solo le queda, por tanto, confiar en que la terquedad del entrenador no se imponga a la lógica y, al menos de aquí a final de temporada, pueda ver algo de fútbol en su equipo. A grandes males, grandes remedios, dice el refranero; aunque con tanto incompetente al frente pocas esperanzas hay de que de aquí salga algo positivo.

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