La Galerna
·10 de janeiro de 2025
La Galerna
·10 de janeiro de 2025
Como apuntaba Kapuściński, la verdad dejó de ser importante cuando la información se convirtió en negocio. En el mundo del deporte, especialmente en el fútbol, la pasión siempre ha sido combustible para la prensa. Pero en los últimos años, esa pasión ha sido transformada en un arma que sirve a un propósito claro: vender titulares, generar clics y avivar discusiones. Vinícius Junior, estrella del Real Madrid, es el mejor ejemplo de cómo un jugador puede ser convertido en el epicentro de una estrategia mediática que prioriza la indignación sobre la verdad.
Un caso reciente lo ilustra a la perfección: el partido contra el Mallorca. En este encuentro, se vio claramente cómo Pablo Maffeo, jugador del equipo rival, tenía una misión casi personal: sacar de quicio a Vinícius. Patadas, provocaciones verbales, empujones… todo estaba diseñado para desestabilizarlo. Lo más preocupante no fue la actitud de Maffeo, que entra dentro del juego sucio que algunos equipos utilizan para intentar nivelar la balanza contra rivales superiores, sino cómo los medios reaccionaron.
Al día siguiente, los titulares no hablaban de la persecución constante que sufrió Vinícius, ni de la permisividad del árbitro para permitir ese tipo de conducta. En su lugar, se centraban en cómo “Vinícius volvió a perder los papeles” o en sus gestos de frustración, obviando el contexto de provocación constante. Este patrón es repetitivo: los medios, conscientes del impacto polarizador de su figura, eligen siempre el ángulo que garantice el máximo nivel de indignación. Los antimadridistas disfrutan de la narrativa de un jugador “conflictivo”, mientras que los madridistas se indignan por lo que perciben como un ataque injusto.
El caso de Maffeo no es único. Hemos visto situaciones similares con otros jugadores y equipos. Pero en el caso de Vinícius, el nivel de atención mediática y el ruido generado parecen desproporcionados. Cada partido, cada gesto, cada palabra es analizado con lupa. Y este escrutinio, lejos de ser casual, es parte de un modelo de negocio que entiende que no hay mejor herramienta para captar atención que la polarización.
Los medios, conscientes del impacto polarizador de Vinícius, eligen siempre el ángulo que garantice el máximo nivel de indignación. Los antimadridistas disfrutan de la narrativa de un jugador “conflictivo”, mientras que los madridistas se indignan por lo que perciben como un ataque injusto
La prensa no solo reporta lo que sucede, sino que lo amplifica, lo manipula y lo convierte en un espectáculo diseñado para dividir. Vinícius es el blanco perfecto porque encarna todo lo que puede generar emociones extremas: es joven, talentoso, descarado y juega en el equipo más seguido y odiado del mundo. Cada patada que recibe, cada provocación que sufre, se convierte en material de debate que alimenta a ambas trincheras. Los antimadridistas encuentran motivos para criticar, mientras que los madridistas se sienten obligados a defenderlo, cayendo en el juego mediático.
La solución a este problema no pasa por intentar convencer a los medios de ser más justos o equilibrados. Los medios no tienen interés en cambiar un modelo que les funciona. El verdadero cambio depende de nosotros, los consumidores.
Cada clic que hacemos, cada artículo que compartimos, cada comentario indignado que publicamos en redes sociales alimenta esta maquinaria. La indignación, ya sea por la permisividad hacia Maffeo o por los ataques injustificados a Vinícius, es el producto que la prensa está vendiendo, y nosotros somos los compradores. Es un círculo vicioso en el que nuestra participación, por bien intencionada que sea, solo refuerza el sistema.
La indignación, ya sea por la permisividad hacia Maffeo o por los ataques injustificados a Vinícius, es el producto que la prensa está vendiendo, y nosotros somos los compradores
¿Qué podemos hacer? Ignorar. No compartir los artículos diseñados para provocar. No caer en el juego de la indignación constante. Desconectar de los medios que priorizan el conflicto sobre el análisis. En el caso de Vinícius, eso significa centrarnos en lo que realmente importa: su talento, su contribución al equipo y su evolución como jugador, dejando a un lado el ruido mediático que lo rodea.
El fútbol debería ser un espacio para disfrutar del talento, para emocionarse con los goles y para debatir sobre estrategias y tácticas, no para convertirnos en engranajes de un sistema mediático tóxico. Vinícius es solo un jugador, pero la forma en que lo tratamos puede ser un reflejo de nuestra capacidad para resistir la manipulación informativa. ¿Seguiremos cayendo en la trampa de la indignación, o aprenderemos a ignorar el ruido para centrarnos en lo que realmente importa? La decisión está en nuestras manos.
Getty Images.
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