La Galerna
·6 de noviembre de 2024
La Galerna
·6 de noviembre de 2024
Tras los últimos acontecimientos, es necesario analizar tanto el futuro de Ancelotti como ciertos síntomas en el vestuario que considero muy preocupantes.
Aún estoy cariacontecido tras el encuentro de anoche. Más que por la derrota, por el vapuleo propinado por un Milán en horas bajas al Real Madrid.
No voy a comenzar hablando del juego del equipo ni de la responsabilidad de Ancelotti en esta situación —al fin y al cabo es el capitán de la nave—, sino de los mensajes que Nina Bonino, la mujer de Valverde, publicó ayer en X.
Es impresentable que se manifieste en esos términos, es la pareja de un jugador del Real Madrid y con su actitud ha comprometido al club, al propio jugador y al entrenador. Está generando toxicidad.
Asimismo, es un síntoma que Mina Bonino opine que Ancelotti no tiene ni idea por colocar a Fede en la banda en lugar de en el centro del campo. Y no porque sea acertada o no esa opinión futbolística, incluso puede estarse de acuerdo con ella, sino porque se sienta con la potestad de rajar del técnico de esa manera.
Es cierto que ha borrado los tuits, pero ya están dichos. Y da a entender que de alguna manera este asunto es algo que Fede Valverde se lleva a casa cada día, aunque tenga la prudencia de no manifestarlo en público. Además, la sustitución se debió a problemas físicos del uruguayo, con lo que ni siquiera tenían sentido los comentarios de Mina.
Desde agosto, veo a Carlo con el ceño fruncido, extraño en las ruedas de prensa, bajo de ánimo. No es el Ancelotti de otros años. Por tanto, cabe preguntarse qué habrá visto el entrenador que no funciona en el vestuario, en el equipo y qué le hace estar preocupado desde este verano. Qué le llevó a decir en agosto que si un jugador está cansado tiene que pedir el cambio. Son unas declaraciones muy raras.
Da la sensación de que, desde el principio y con la experiencia que atesora, ha intuido, ha observado que estaba perdiendo completamente al vestuario. Y si tú pierdes al vestuario estás fuera, por resumir mi posición.
Sea o no el máximo responsable, sea justo o no sea justo, lo cierto es que un entrenador que pierde un vestuario es un entrenador que no puede levantar al equipo. Y esa es la sensación ahora mismo, que con Ancelotti este equipo no se levanta.
Veo a Ancelotti perdido e incapaz de hacer remontar al Madrid. Por lo tanto, creo que la decisión que debería adoptar el club sería buscar otro entrenador que pueda enderezar la situación hasta final de temporada.
Aquí surge otro dilema: un entrenador que sirva de puente hasta la llegada de Xabi Alonso o un técnico al que haya que ofrecer más años de contrato y por tanto se deseche la opción del tolosarra.
Más allá de lo comentado sobre el vestuario, más allá de los días de descanso —más de los que yo recuerdo como habituales—, más allá de ciertas actitudes que no encajan con lo que es el Real Madrid de los últimos años, está lo que vemos en el campo: un equipo que corre menos que el resto, una escuadra completamente desordenada que no tiene trabajada la salida del balón ni la presión, que no junta sus líneas, que carece de un patrón de juego para armonizar las soluciones.
La sensación es que el Madrid es un equipo perdido dejado de la mano de Dios. Y el problema es que los rivales se dan cuenta. Al principio le respetan, porque es el campeón de Europa y de liga, pero han visto que hace aguas, que la lesión de Carvajal ha causado muchos problemas, que el conjunto físicamente no va, que el cuadro no está bien trabajado, y están comenzando a perderle el respeto y a infligirle muchísimo daño.
El Milan ayer jugó a placer. Una escuadra que llegaba siendo séptima de la Seria A, en un mal momento, un conjunto que está muy lejos del gran Milan que recordamos bailó en el Bernabéu al Madrid, que ha encajado nueve goles en tres partidos y que no cayó ante el Borussia porque la segunda parte de Vinícius fue espléndida. Son demasiados síntomas que dan a entender que el equipo está perdido y roto.
Sin duda, no. Hay más cosas. La integración de Mbappé en el equipo está siendo complicadísima, la salida de Kroos también tiene peso, así como la lesión de Dani y el estado de forma de varios jugadores. Pero cuando todo falla hay que mirar al banquillo. Y duele.
Otorgo gran responsabilidad a Ancelotti de la buena marcha del Madrid la temporada pasada. Supo encontrar soluciones a las dificultades que se fue encontrando, fue capaz de conformar un bloque muy unido, un equipo muy solidario que sabía sufrir en el campo para hacerse inasequible a los rivales. Y este año es todo lo contrario.
Da la sensación de que el vestuario le oye pero no le escucha, de que su mensaje no llega y ha perdido la autoridad. Es patente que Ancelotti no está a gusto y no siente al equipo como aquel con el que consiguió tantas cosas.
Da pena porque no apetece que despidan a Carlo en mitad de temporada cuando es el entrenador que ha ganado más títulos en la historia del Real Madrid, pero si no se lleva a cabo habrá gente que se girará al palco y preguntará por qué no se toma una decisión dolorosa pero necesaria.
La situación es complicada y ahora mismo solo hay una cosa clara: Ancelotti no se encuentra en condiciones de sacar a este equipo adelante. Lo cual no significa que haya sido un mal entrenador ni cabe una enmienda a la totalidad.
Ojalá tenga que reconocer más adelante que me equivoqué. Sería la mejor señal. No quiero tener razón, prefiero ser feliz.
Getty Images.
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