FCBN
·23 de mayo de 2025
¿Pelotazo 4.0? Cuando el urbanismo viste de blanco y el silencio es clamoroso

FCBN
·23 de mayo de 2025
Hay silencios que no son casuales, sino coreografiados. Silencios que no se deben al olvido, sino a una afinación casi perfecta del cinismo institucional. Como el de Javier Tebas, presidente de LaLiga, que ante la recalificación de los terrenos del Real Madrid para construir el flamante Madrid Innovation District ha optado por callar, mirar al techo... o quizá a otro palco.
"Si esto hubiera ocurrido en Can Barça, ya estaríamos hablando de "palancas ilegales", de "pan para hoy y quiebra para mañana", de "operaciones opacas" y "riesgo para la sostenibilidad del fútbol"
Pero como se trata del Real Madrid —ese club al que las leyes del suelo le son tan propicias como el VAR en un clásico—, todo se reduce a una apuesta por la innovación. Ya no se hacen pelotazos: ahora se impulsan hubs tecnológicos. Qué elegante forma de especular.
Así será el Madrid Innovation District
El Ayuntamiento de Madrid, con la sonrisa satisfecha del urbanismo selectivo, ha decidido recalificar 850.000 metros cuadrados de uso deportivo a terciario, es decir: de campo de entrenamiento a oportunidad de oro.
El proyecto, presentado por Florentino Pérez con la compañía de Almeida y Ayuso, llega envuelto en palabras de seda: innovación, digitalización, emprendimiento. Y sí, también plusvalías, pero esas no se mencionan, no vaya a ser que algún votante despierte.
No olvidemos que el Real Madrid ya hizo esto antes. En 2001 vendió su antigua ciudad deportiva tras una recalificación similar y, oh coincidencia, allí hoy se alzan las Cuatro Torres, símbolo de la verticalidad capitalina y de cómo el deporte puede ser una excelente excusa para operaciones inmobiliarias de élite.
Aquel movimiento generó recursos millonarios con los que el club se mudó a Valdebebas y construyó su actual ciudad deportiva. Y ahora, como quien despliega una secuela inevitable, el guión se repite: otra recalificación, otra operación inmobiliaria, otra bendición institucional.
La diferencia es que esta vez viene barnizada con un relato futurista. Madrid Innovation District: suena a Silicon Valley, pero huele a Castellana.
Aquí es donde entra (o debería entrar) Javier Tebas. El hombre que lleva años denunciando la situación económica del FC Barcelona, que fiscaliza cada euro que entra o sale del Camp Nou, ahora guarda un silencio clamoroso.
¿Dónde está esa vehemencia contable que lo convierte en auditor espontáneo del Barça? ¿Dónde están los gráficos, las ruedas de prensa, las amenazas de sanción?
El Madrid puede transformar suelo deportivo en negocio terciario, obtener plusvalías astronómicas y canalizarlo todo como un servicio al bien común... y la Liga no solo no objeta: calla, consiente y sonríe. A eso en otras disciplinas le llaman doble rasero, pero en el fútbol español se conoce como normalidad institucional.
Imaginemos —solo por un segundo— que Joan Laporta anunciara un centro de innovación en Les Corts, en terrenos deportivos recalificados, con la Generalitat a su lado y una nota de prensa diciendo que el Barça aporta “un espacio único de alto potencial”.
¿Qué ocurriría? Exacto: titulares envenenados, sospechas de favoritismo, demandas desde la Meseta. Pero cuando lo hace el Madrid, todo se transforma en un paso hacia el futuro.
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Rita Maestre (Más Madrid) y Antonio Giraldo (PSOE) han sido de los pocos en alzar la voz. Han descrito con claridad lo que para muchos es evidente: ¿se está beneficiando a un gran propietario con nombre, escudo y estadio?
¿Y el vínculo con el deporte? Tan forzado como una bicicleta estática en medio de un centro de datos.
No se trata de estar en contra de los hubs, de la innovación o del progreso urbano. Se trata de jugar con las mismas reglas. Porque mientras a unos se les exige apretarse el cinturón, a otros se les entrega el cinturón... y además, las llaves del pantalón ajeno.
Madrid tendrá su Innovation District, sí. Pero la innovación más brillante no se construye con recalificaciones opacas, sino con transparencia, equidad y memoria. Porque por mucho que lo llamen futuro, esto tiene un inconfundible sabor a pasado.