Parceros, Choronta no se olvida del equipo de sus amores | OneFootball

¡Parce, qué belleza de domingo vivimos en el Atanasio! El clásico paisa se jugó con el alma, y en las gradas había pura historia caminando: ¡Choronta Restrepo, el eterno del medio campo rojo, volvió a sentir la tribuna como en sus mejores días!

Desde que pisó el estadio, la energía cambió. Choronta no llegó como una figura lejana ni como un exfutbolista cualquiera. No, mi hermano… llegó como lo que es: una leyenda viviente del Independiente Medellín. Y lo mejor, se metió entre la gente, se abrazó con los parceros, y vivió el partido como hincha, no como invitado VIP.

El parcero estaba feliz, sonriente, saludando a todo el que se le acercaba. No había ego, solo corazón rojazo. Y en el momento que el Poderoso metió ese gol del empate, ¡ufff! Choronta estalló de emoción, lo gritó con el alma, los ojos le brillaban como si él mismo lo hubiera metido.

Ese grito fue puro sentimiento, parce. Fue la descarga de años de amor por este escudo, por esta pasión que no se apaga ni con el paso del tiempo. Choronta no solo jugó por el Medellín, sino que hoy lo sigue alentando con el mismo fuego con el que sudaba esa camiseta número cinco.

Los hinchas lo sintieron cerquita, como un parcero más, como uno de esos que canta desde la previa, que sufre cada jugada y celebra cada gol como si fuera el primero. Y es que Choronta no se fue nunca, solo cambió de trinchera: pasó de la cancha a la tribuna, pero el corazón sigue jugando.

Verlo ahí, rodeado de tantos fieles, nos recordó que los ídolos de verdad no se olvidan. Se sienten, se viven, se llevan tatuados en la memoria colectiva. Y Choronta Restrepo es eso: un símbolo del aguante, del fútbol con garra, del Medellín que nunca baja los brazos.

Así que gracias, ídolo, por volver al Atanasio, por enseñarnos que al DIM se le ama desde donde sea. Y que en cada clásico, esté como esté el marcador, la pasión por el Rojo siempre empata el alma.

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